Crecer con la causa Malvinas como bandera

Josefina y Germán Albarello son hijos de Miguel Albarello, un excombatiente de Malvinas que forma parte de la Fundación No me Olvides. "Intentamos transformar el dolor en algo solidario", dicen.

2 de Abril de 2021 13:34

Josefina y Germán crecieron escuchando historias de la Guerra de Malvinas que Miguel Albarello (58), su padre, les contaba. Para ellos, el 2 de abril nunca fue una fecha más: era el día que les tocaba desfilar junto a su padre por las calles céntricas de Mar del Plata. En ese entonces, los chicos sólo sabían que su padre era un héroe, pero aún faltarían varios años más para poder dimensionar lo que Miguel -un conscripto que se encontraba haciendo el servicio militar obligatorio- había vivido durante los 74 días que pasó en las islas.

“Crecimos con la causa Malvinas naturalizada”, dice a 0223 Josefina en un alto en su trabajo que alterna con su tarea solidaria en la Fundación No me Olvides, una institución creada para promover y resguardar la memoria y favorecer la calidad de vida de los excombatientes. Empezó a participar para acompañar a su papá pero pronto comprendió que a través de diferentes acciones solidarias era posible transformar el dolor, hacer algo creativo y, sobre todo, contribuir a que la causa Malvinas permanezca presente en la memoria de la sociedad.

"Cada uno canaliza el dolor como puede, tiene diferentes tiempos y eso se respeta. Hay excombatientes que no pueden hablar todavía, a pesar de que ya pasaron 39 años... En el caso de mi papá, siempre pudo hablar sobre lo que pasó y tuvo esa necesidad de hacer algo por el otro. Nosotros lo acompañamos en eso como también lo acompañamos cuando tuvo momentos de silencio", dice la joven.

“Si me preguntas cuándo dimensioné lo que le tocó vivir a mi papá, la verdad es que no podría decirte una fecha, porque desde chicos Malvinas estuvo presente. No tengo un día, convivimos con eso, con el acompañar a mi viejo a los actos, viéndolo dar charlas en la escuela cuando se acercaba el 2 de abril. Siempre hablamos del tema y de chicos aprendimos también a respetar sus silencios”, relata la mujer de 27 años.

Germán, por su parte cuenta que tuvo diferentes etapas de "Malvinización". De chico estaba convencido que su padre era un superhéroe porque “al ser niño, uno no tiene real conciencia de lo que significa una guerra”, dice. Si bien asegura que toda su vida estuvo orgulloso de su padre, fue recién cuando cumplió 19 años -la edad que tenía su papá cuando fue a Malvinas- que sintió que era una locura que un adolescente fuera a una guerra.

Miguel Albarello junto a su hermano durante la cena de reencuentro familiar

"Por eso te digo que el sentimiento Malvinas fue mutando. Si bien siempre mi viejo estuvo dispuesto a hablar, a mi me costaba bastante tocar el tema”, dice. Estas contradicciones que le generó la causa llegaron a tal punto que, cuando se formó la Fundación y su familia decidió participar, él prefirió acompañar desde otro lugar. "Cuando iba a la escuela a dar charlas y le contaba a mis compañeros lo que había vivido, las situaciones de guerra, lo veía y para mí era un héroe. Lógico, aparte, porque siempre en lo particular, me costó hablar del tema", cuenta Germán, un músico de 33 años.

“No soy un miembro activo de la Fundación, acompaño desde mi lugar. He participado con mi banda y hemos hecho recitales a beneficio para poder solventar viajes a las islas, tengo contacto con otros hijos de excombatientes, pero sinceramente no soy lo que se dice un miembro activo”, advierte.

Para los Albarello, Malvinas es parte de su identidad. "Malvinas forma parte de nuestra vida cotidiana", explica Josefina mientras destaca que tanto su padre como los demás miembros de la fundación tienen un gran sentido de pertenencia. "Es un sentimiento muy fuerte y sabemos que tenemos muchos sentimientos en común, que nos une la causa y el orgullo de saber que nos pudimos reinventar después de la "desmalvinización" y transformarla en solidaridad y reconocimiento permanente", define.