Rolón: “La esperanza no es una buena noticia, la esperanza te puede dejar melancolizado”

Gabriel Rolón será parte del Verano Planeta, 25 años, Ciclo Juan Forn. Su libro más reciente es Palabras Cruzadas,  edición corregida y aumentada. Dónde ver su presentación.

De chico aprendés una manera de ser feliz y lo incorporás a tu forma de vida, sostiene el licenciado Rolón.

23 de Enero de 2022 08:02

Gabriel Rolón es, sin dudas, uno de los grandes elegidos del Ciclo Verano Planeta. A lo largo de estos 25 años ha participado en innumerables ocasiones, ha presentado casi todos sus libros y ha aumentado su encanto con el público a través de sus palabras y sus reflexiones.  Siempre es un gusto escucharlo. Siempre deja mucho para pensar. Después de todo este tiempo, uno ha logrado ciertas instancias de acercamiento con él y nunca ha salido defraudado de los intercambios. Cada diálogo con el psicoanalista y escritor, poeta y músico, se convierte en material que, por bastante tiempo hacia adelante, permitirá a uno el reflexionar sobre la vida.

Arranca diciéndome Rolón, “Es uno de esos momentos extrañamente felices. Viste que la felicidad no es de eso que abunda en la vida. Y de vez en cuando, como dice el Nano Serrat, la vida nos besa en la boca y este es uno de esos momentos”.

-¿Y a qué responde esa felicidad?

- Yo tengo alguna mirada sobre lo que la felicidad es, no es muy complejo, pero yo creo que la felicidad, por un lado, deviene de la posibilidad de mirarte hacia adentro y no sentir vergüenza de quién sos. Para mí eso ya es un estado de cierta felicidad, poder hacer una introspección y sentir que estoy bien con el hombre que soy en el momento. Y la segunda cosa: creo que la felicidad aparece en esos instantes donde la vida parece un poco menos injusta. Vos sabés que a mí me cuesta ser feliz cuando hay mucho dolor alrededor, pero en lo estrictamente personal es uno de esos momentos en los que la vida no parece tan injusta.

Gabriel Rolón es uno de los grandes elegidos del Ciclo Verano Planeta. Foto: Franganillo Comunicación

-¿Dónde se forman los parámetros de uno para ser feliz?

Sin dudas que aparecen en la infancia, uno aprende en su infancia una manera de amar, de vivir, de ser feliz y también aprende, a partir de los dolores y de las carencias, a encontrar un modo de disfrutar esa felicidad cuando llegue. Ayer justo pensaba cómo aquellas personas que no han sentido la carencia toman cosas que no son naturales como si fueran naturales. Aquel que nunca incorporó cómo es que te corten la luz porque no la podés pagar, que ha tenido ciertos beneficios que otros no, (ojo, está muy bien que los hayan tenido) pero a lo que voy es que a veces cuesta entender lo que les pasa a los demás que no los han tenido. Yo creo que, salvo con tragedias personales, yo soy un hombre muy difícil de amenazar, porque, después de esto que he construido y de lo bien que me ha tratado la gente, no hay muchos dolores que me puedan arrancar el alma, porque yo ya viví sin eso y hoy me encontraría viviendo sin eso pero en una condición muy superior, porque pude sentir lo que era.

Se da un silencio que se aprovecha para pensar algo parecido a una definición, pero, por otro lado, también para ir a buscar aquellos parámetros. Para volver a los que fuimos. Rolón agrega, “Yo creo que vos de chico aprendés una manera de ser feliz y lo incorporás a tu forma de vida. Y también poder decir, “Yo que he pasado algunas necesidades puedo disfrutar de ciertas otras porque sé que no son naturales”. Es decir que uno incorpora cosas de a poco que lo ayudan luego a ser feliz”.

-Hablamos de los silencios, de la voz.

- Como analista pongo el acento en algo importante ahí, y es que la voz no pertenece a nadie. Es decir, porque tu voz no es parte de tu cuerpo. Parte de tu cuerpo es tu aparato fonatorio, tu boca, tu lengua, tus cuerdas vocales, pero tu voz no. En realidad es y no es tuya, es  y no es de los demás, entonces ¿dónde está esa voz que es y no es tuya? Ahí hay algo de tu cuerpo que se pierde, y es tu voz. Como en la mirada, tuyo son tus ojos, pero la mirada no.  

-¿Y hay voces que nos siguen por la vida?

-Sí, claro. Lacan decía, para vos que hacés radio hace ya tiempo, “El hombre que hace radio todo el tiempo conversa con sus muertos”. Porque todo el tiempo mientras hablás, reflexionás; mientras te acordás de algo te vienen justamente las voces de esos que ya no están. Y no pienso solo en tu abuelo o tu viejo que ya no están, o el mismo Bernabé que ya ha muerto, es decir aquel niño o adolescente que vivía a un ritmo más alocado y que este hombre de hoy ya no tiene, pero que desde algún lugar te habla, sino también la cosas que leíste. Si no ¿qué otra cosa es un libro? Decía el poeta Quevedo,” Un libro como la posibilidad de escuchar a los muertos con los ojos”.

-Y esas voces ¿son verdad o somos nosotros mismos releyendo?

-Sí, son verdad, claro. Voy a parecer antiperonista en esto, pero es así, la verdad no es la realidad. A ver, en política, no entender que la única verdad es la realidad es tan peligroso, como para un analista o pensador creer que la única verdad es la realidad. Porque lo que funciona en la política no funciona en otros lugares, no funciona en el arte, en el psicoanálisis, en la filosofía. Nosotros entendemos como analistas que la verdad es la verdad del sujeto, no es la realidad. El otro día me pasó con un paciente que venía de perder a su padre, al que durante años me describió como un ser siniestro, tremendo, difícil. Y de pronto me pinta a otra persona completamente distinta. Me dice que aprendió mucho de aquel padre que tuvo, es decir, su verdad estaba cambiando. Más allá del padre real,  que seguramente está a mitad de aquel que él detestaba y este que él añora, él va construyendo su verdad y cuando la voz te llega, esa voz es verdadera. No quiere decir que sea real y que dé cuenta de una realidad, pero en vos te recorre con peso de verdad.

El Ciclo Verano Planeta cumple 25 años. 

- Me pasa a veces, que me parece totalmente  injusto el universo todo porque no voy a poder escuchar más la voz de mi viejo.

-Es desesperante. A mí me pasó exactamente lo mismo. Además porque no me acuerdo ya de su voz. Y me duele eso. Hace un tiempo me pasó algo, llaman por teléfono a mi casa y yo  atiendo. Me dicen: “Hola, negro”. Y era mi papá. Y me agarró una cosa que se me llevaron los ojos de lágrimas y mi mente luchó por un instante entre la locura de pensar que me estaba llamando mi viejo y la convicción de que no puede ser porque mi viejo está muerto, pero nadie me llamaba así después de él. Y me quedé hasta que me dijo, te habla el tío… el hermano de mi papá. Yo nunca me había dado cuenta de que mi tío tenía la misma voz que mi papá. Una aparición casi siniestra, como dice Freud, sobre aquellas cosas que no pueden estar en un lugar donde no pueden estar. Me invadió por un rato y la pasé muy mal ese día, pero muy agradecido también, porque por un momento pude rescatar la voz de mi papa.

Hace ya un tiempo que Rolón insiste con aquello de que, ‘la esperanza tiene demasiada buena prensa’. En alguno de los tantos encuentros que mantuvimos me dijo:

-Ponemos, entonces, el deseo sobre la esperanza…

- Siempre. Vos sabés que yo creo que la esperanza te detiene. Te detiene a la espera de que ocurran cosas que no dependan de vos. En cambio el deseo te moviliza a hacer cosas para conseguir lo que vos querés, lo que vos deseás. Entonces siempre voy a poner el deseo por delante de la esperanza porque me parece que la esperanza no es una buena noticia, la esperanza te puede dejar melancolizado, te puede dejar inmóvil a la espera de que ocurran cosas que a lo mejor no ocurran nunca. En cambio el deseo, al menos si no conseguís lo que querés, te va a dejar la tranquilidad de que dejaste todo lo que tenías que dejar para conseguirlo y sentirte digno. Yo prefiero las derrotas meritorias a los éxitos haraganes.

Su presentación se verá por el canal de YouTube de la Editorial Planeta: https://www.youtube.com/c/PlanetadeLibrosArgentina/featured