Marcelo Planes, el soldado que pidió ir a la guerra y murió tres horas antes de la rendición

Tenía 18 años cuando fue sorteado para realizar el servicio militar obligatorio. Viajó a las Islas el 29 de abril y tres horas antes de la rendición, murió en combate.

Marcelo Planes (izquierda) llegó a Malvinas el 29 de abril de 1982. Foto: Gentileza Familia Planes

2 de Abril de 2022 08:05

Marcelo Planes siempre tuvo claro que el compañerismo y la amistad eran los valores más importantes en la vida. Por eso, cuando en abril de 1982 el cabo del regimiento de artillería antiaérea Gada 101 de Ciudadela pasó lista de los seleccionados de la clase '63 para viajar y combatir en las Islas Malvinas y vio que había quedado excluido, no dudó en pedir que se lo incorporara a la nómina.

Marcelo tenía 18 años, había llegado a Mar del Plata junto a su familia en 1977, luego que la empresa Alpargatas designara a su padre como encargado de ventas de la subsidiaria del Puerto marplatense, que elaboraba conservas de la marca "Cascabel". Se había anotado en el Instituto Pablo Tavelli, de calle Jujuy al 3700, para hacer la tecnicatura en mecánica cuando, en febrero del '82 le notificaron que había salido sorteado para cumplir con el servicio militar obligatorio. 

“Le había tocado tierra, en el grupo de artillería antiaérea Gada 101 de Ciudadela” recuerda en diálogo con 0223 Federico Planes, su padre de 87 años, que nunca pensó que estaba dentro de las posibilidades que si hijo fuera a una guerra. 

Don ºFederico encontró en el Centro de exCombatientes una forma de llevar el duelo. Foto: 0223

Según recuerda Don Federico, como lo llaman con cariño en el Centro de exCombatientes de Malvinas de Mar del Plata, cuando comenzaron los rumores de un posible enfrentamiento armado con el Reino Unido, Marcelo llevaba 15 días bajo bandera. Entonces, llamó a su casa para contarles que a los soldados de clase '62 los habían enlistado y a ellos les habían hecho donar sus pertenencias para que pudieran viajar. “Nosotros tratamos de calmarlo, le dimos ánimo diciéndole que los chicos de la clase '62 tenían un año de preparación, que no era mucho pero, al menos, conocían lo básico para defenderse”, dice. “En mi interior -confiesa- nunca pensé que él podía llegar a viajar y cuando me enteré que había elegido ir, pensé que iba a volver”.

Entusiasta, maduro para su edad, aplicado y "muy amigo de sus amigos", Marcelo partió a Malvinas el 28 de abril. Antes llamó a su casa para despedirse. “Habló con mi señora porque yo no estaba en ese momento. Le dijo: 'decile a papá que se sienta orgulloso que su hijo va a ir a servir a la patria'. Y que si le quedaban consecuencias físicas de la guerra, prefería quedarse en las islas”, rememora Planes.

Marcelo partió a Malvinas el 28 de abril de 1982. Foto: gentileza familia Planes

El contingente en el que viajó Marcelo llegó a Malvinas el 29 de abril y permaneció en las islas hasta que finalizó la guerra el 14 de junio. Durante ese tiempo le envió cuatro correspondencias a su familia en las que les contaba sobre el desarrollo de la guerra y las condiciones en las que sobrevivía. “Nos hacía saber que estaba bien, nos contaba que pasaba hambre y frio hablaba sobre los aviones que habían podido tirar y nos hablaba de sus compañeros también”.

Paradójicamente, tres horas antes que Argentina firme la rendición, explotó una bomba cerca de la trinchera en la que se encontraba el joven y una esquirla dio de lleno en su corazón. “Marcelo murió a las 10:45 y a las 13:00 se firmó la capitulación”, recuerda Don Federico. Será el único momento de la charla en el que su mirada se nuble.

Los restos de Marcelo Planes fueron identificados en 2009. Foto: 0223

Los Planes se enteraron primero de la rendición de Argentina que de la muerte de Marcelo. Una vez que el Ejército confirmó el deceso del joven soldado en combate, un oficial se acercó a la vivienda familiar con las pertenencias del estudiante de mecánica y no hizo falta que les diga nada. “Fue un golpe muy duro, muy duro. Uno nunca está preparado para este tipo de cosas. No nos dijeron en ese momento cómo había muerto, nos enteramos con el tiempo”, dice tras recordar que una vez que asimiló la noticia estuvo tres días “consumido” hasta que entendió que tenía otro hijo por el que seguir, una familia, un trabajo. “Entendí que la vida sigue y que hay que convivir con el dolor”, reflexiona.

Desde que falleció Marcelo, Federico buscó la manera de hacer que el nombre de su hijo no quede en el olvido y, cuando se armó el Centro de ex Combatientes de Malvinas en Mar del Plata encontró un lugar de cobijo “con un grupo de gente maravillosa que adoptamos como hijos del corazón”, cuenta tras resaltar que es un miembro activo de la organización y participa de los eventos y los encuentros de camaradería que se organizan en el espacio.

La familia Planes viajó dos veces a las islas a visitar la tumba de Marcelo. Foto: gentileza familia Planes 

Hasta el año 2009, Don Federico no pudo viajar a las Islas para visitar la tumba de su hijo en el Cementerio de Darwin y completar el duelo. Recién cuando se cumplieron 27 años del deceso, Federico y su esposa pudieron pisar Malvinas. “Fuimos y volvimos en el día porque sino nos teníamos que quedar una semana”, recuerda al tiempo que indica que, cuando llegó, los restos de Marcelo habían sido identificado gracias al trabajo de la Fundación No me Olvides.

Un año mas tarde, la fundación presidida por Julio Aro le extendió una invitación para dos personas para visitar las islas durante una semana y Federico no dudó  en aceptar pero, en esta oportunidad, viajó con su hijo menor. “Estuvimos una semana, recorrimos la isla y fuimos tres veces al cementerio gracias a la invitación que muy amablemente nos hizo la Fundación”, cuenta.

Federico y su familia decidieron cumplir la última voluntad de Marcelo y dejarlo descansar en las Islas. Foto: gentileza familia Planes

Si bien en más de una ocasión le propusieron traer los restos de Marcelo a Mar del Plata, Federico y su familia siempre desestimaron esa posibilidad. “El deseo de Marcelo era quedarse en la isla en caso que a él le pasara algo y entendimos que dejarlo en Darwin es una de las maneras que tenemos de respetar su voluntad”, define.