Los tres Golems
El Golem es una figura mítica con profundas raíces judías. Desde la leyenda de Praga, pasando por la versión de Gustav Meyrink, hasta llegar al poema de Borges, el Golem se describe como una criatura formada a partir de barro y animada por medios místicos.
Si uno simplificara la historia podría decir que el Golem tiene su origen en antiguas leyendas hebreas y textos cabalísticos. Ahí se lo describe como una criatura formada a partir de barro o arcilla, animada por medios místicos. El concepto del Golem proviene de las escrituras judías, específicamente del Talmud y de la Cábala. De hecho, la palabra “golem" aparece en el Salmo 139:16 de la Biblia hebrea, donde se refiere a una masa informe o una sustancia en bruto. En esa instancia, un rabino podría dar vida a esta figura de barro a través de rituales esotéricos y la pronunciación de nombres sagrados.
Pero uno podría tomar también como antecesor del Golem al propio Adam. En el Génesis 2, versículo 7, se cuenta que Dios formó al hombre del polvo y luego le insufló aliento de vida, convirtiéndolo en un ser viviente. Es más, la palabra golem también aparece en otros fragmentos del Antiguo Testamento.
En Praga se encuentra, en el barrio judío, la Sinagoga Vieja-Nueva. Según la leyenda, allí estarían o están los restos del Golem. Esta criatura fue creada a finales del siglo XVI en esta ciudad gracias a las manos y artes mágicas del Rabino Judah Loew ben Bezalel, el rabino mayor de la judería de la ciudad, y se le considera también el mayor líder espiritual de la historia de los judíos de Praga.
También cuenta la leyenda que el rabino se encontraba muy preocupado por la situación que vivía su pueblo por los ataques cristianos y que, en base a esto, en sueños recibió la orden de crear una criatura de barro o arcilla que los ayudaría a defenderse.
Al despertar, Judah escribió una palabra sagrada en un trozo de pergamino y ese objeto sagrado, llamado Chem, era lo que proporcionaría vida a la criatura. En él había un nombre que resultaba de la combinación de letras a partir de uno de los nombres secretos de Dios.
Días más tarde, él junto a su yerno y uno de sus discípulos, vestidos con túnicas blancas, junto al río Moldava formaron con arcilla fina y húmeda a la criatura. El paso siguiente fue dar siete vueltas alrededor de ella pronunciando palabras sagradas para que la criatura terminara de tomar forma. Por último, introdujo en la boca de la criatura, debajo de la lengua, el pergamino con el Chem y en ese instante el Golem abrió los ojos, miró a su alrededor y lentamente logró ponerse en pie (otras versiones hablan de que escribió en su frente la palabra hebrea emet, verdad, y que para desactivarlo alcanzaba con borrar la primera letra, cambiando emet por met, muerte).
La criatura tenía el aspecto de un ser humano normal, es decir un hombre de gran envergadura, ancho y algo limitado para articular palabras. Tampoco tenía alma.
Desde ese entonces, el Golem trabajaría como sirviente ayudando en las tareas domésticas de la casa y la sinagoga, actividad que le costaba mucho si no se le especificaba exactamente que se quería de él. Por la noche, el Golem patrullaba la ciudad para proteger a la comunidad judía de los ataques antisemitas.
El Golem se hacía cada día más fuerte, entonces el Rabino le quitaba cada noche la inscripción que metía debajo de su lengua para “apagarlo”. Pero un día lo olvidó y aquí las leyendas comienzan a cruzarse: una dice que, por su exceso de energía, el Golem salió de la casa y en la calle empezó a romper todo lo que se encontraba a su paso. Según otra, el destrozo fue dentro de la propia casa del rabino. Como sea, al ver el peligro que conllevaba la fuerza de la criatura, el rabino decidió quitarle el pergamino de debajo de su lengua y ahí dejó de respirar. Cantando al revés las palabras del día de la creación, los eruditos lograron que el Golem comenzara a transformarse en arcilla nuevamente (la otra versión cuenta que quitaron la letra primera de la palabra Emet para matarlo dejando el vocablo Met).
Cuentan que lo cubrieron con telas viejas y se prohibió la entrada de aquella Sinagoga Vieja – Nueva. Algunos dicen que despierta una noche cada 33 años y para otros no está muerto, solo dormido hasta que los judíos de Praga lo necesiten de nuevo.
El Golem en la Literatura
El escritor checo Gustav Meyrink publicó su novela El Golem en 1915. En ella se mezcla la leyenda con elementos de misterio y psicología, buscando trabajar el tópico de la identidad y la dualidad del ser humano.
La novela sigue la historia de Athanasius Pernath, un restaurador de gemas que vive en el gueto de Praga. La trama comienza cuando Pernath recibe un extraño libro que lo lleva a una serie de visiones y experiencias sobrenaturales. A medida que avanza la historia, Pernath se encuentra envuelto en un misterio que involucra al mítico Golem, una figura de arcilla animada por la mística judía para proteger a la comunidad.
El Golem en la novela simboliza varios conceptos. Representa el poder creativo y destructivo de la humanidad, la búsqueda de identidad y la protección contra el mal. La criatura también puede ser vista como una manifestación de los miedos y deseos inconscientes de los personajes, un reflejo de sus propios conflictos internos.
La estructura de la novela es no lineal y fragmentada, lo que refleja el estado mental alterado de Pernath. Este estilo contribuye a la sensación de confusión y desorientación, haciendo que el lector se sumerja en la misma incertidumbre que el protagonista. El uso de un narrador poco fiable y las constantes visiones y sueños también refuerzan la atmósfera onírica y surrealista de la obra.
El Golem de Gustav Meyrink es una novela que trasciende el simple relato de terror para convertirse en una exploración de la naturaleza humana.
El Golem de Borges
El poema El Golem de Jorge Luis Borges, incluido en su libro El Otro, el Mismo de 1964, es una obra rica en significados y simbolismos. Podemos destacar, por ejemplo, la pregunta por el poder y las limitaciones del creador: “El aprendiz de hombre mira a su Golem con ternura y con horror." Borges piensa aquí la dualidad de la creación, el poder divino de dar vida y la inevitabilidad de la imperfección y el control limitado sobre lo creado.
O en otros versos, "En sus ojos había sueños sin número, en su cuerpo, la negra palabra vivía.", aparece la reflexión sobre la palabra como herramienta creadora. El Golem cobra vida a través de palabras sagradas, lo que resalta la importancia del lenguaje en la creación de realidad y significado. Sin embargo, también pone en duda el alcance de ese poder cuando el Golem no puede comprender completamente las palabras que lo animan.
Las lecturas que se pueden hacer del poema de Borges (y de todo Borges) son infinitas. Por eso cierro con dos de los versos más destacados, si se puede decir así, del poema: “El rabí le explicaba el universo / "esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga." / y logró, al cabo de años, que el perverso / barriera bien o mal la sinagoga”. O “En la hora de angustia y de luz vaga, / en su Golem los ojos detenían. / ¿Quién nos dirá las cosas que sentía / Dios, al mirar a su rabino en Praga?”.
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