La semana fallera valenciana y el alfajor marplatense son patrimonio intangible de Mar del Plata
Cuando Nino Ramella estaba a cargo del ente de Cultura se comenzó a hablar en el municipio sobre patrimonio intangible. Mucho tiempo después, tenemos ya la semana fallera valenciana y al alfajor marplatense como su exponente. Ahora se investiga el queso Mar del Plata.
¿De qué hablamos cuando hablamos de patrimonio cultural intangible? Lo primero que hay que decir es que no es nada nuevo. El concepto tomó fuerza en los años 90 desde la difusión que le proporcionó la UNESCO, definiéndolo como “aquel patrimonio que se manifiesta, particularmente, a través de las tradiciones y expresiones orales, las artes del espectáculo, los usos sociales, rituales y actos festivos, en los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo y en las técnicas artesanales tradicionales”.
El municipio de General Pueyrredon tiene su área específica de Patrimonio cultural intangible a cargo de Ana Lía Verón y funciona en el Espacio Tango (ex casa de Mariano Mores). “Ya en el año 95 o 96, se hicieron en Mar del Plata una serie de jornadas muy importantes con gente de Buenos Aires sobre el tema. Era la gestión de Nino Ramella en el ente de Cultura y, de alguna manera, fueron un antecedente de un debate que se venía planteado en el campo del patrimonio, que históricamente se conforma a partir de los bienes materiales”, recuerda Verón. Y agrega, para ayudar a delimitar su campo, que: “Luego se abre el campo de la conservación en torno a esos bienes, así como el de los museos. Pero bueno, en un momento dado también empieza a hacerse sentir y sobre todo desde la UNESCO, esta idea de que hay un patrimonio que no tiene necesariamente una materialidad, pero que de alguna manera veníamos de más de un siglo de dedicarle un montón de fondos, subsidios e inversiones al cuidado del patrimonio material, caso de edificios, fachadas, etc. Pero aparecían otras cuestiones que tenían que ver con las tradiciones, con las costumbres, con las recetas de comidas, con las canciones o danzas, con los rituales que también se iban perdiendo. Entonces, de alguna manera, en el año 2003 se decide en la UNESCO diseñar o definir una convención de protección de este tipo de patrimonio”.
La intención era clara, que se le preste más atención por parte de los estados a estos campos que no necesitan una mirada de un especialista como los tangibles, sino que el intangible es un patrimonio que surge, se sostiene y se difunde en comunidad. Así, por lo tanto, quien va a decidir si algo merece la pena patrimonializarse va a ser la propia comunidad.
El patrimonio intangible deviene de los estudios del folclore, el que luego pasará a incorporarse a los estudios de la antropología, pero no deja de ser un campo que se recorta con una mirada en particular y en el que trabajan especialistas de diferentes disciplinas, siempre del campo de las ciencias sociales.
“Nosotros tenemos distintos objetivos dentro del programa: por un lado, dar a conocer de qué se trata el patrimonio intangible y, por el otro, también tenemos una línea que llamamos de investigación que empezamos a profundizar a medida que se acercaban los 150 años de la ciudad. Desde el programa habíamos elegido La Semana Fallera Valenciana en Mar del Plata, que ya está declarada por la UNESCO como patrimonio intangible de la humanidad, para proponer. Lo que hace la UNESCO es pedir que se formule una lista representativa del patrimonio de la humanidad, entonces los estados van proponiendo y van elevando para su autorización sus propias prácticas. Por ejemplo, Argentina logró instalar el tango, junto con Uruguay, y en pandemia logró que se instalara el chamamé, así como el filete porteño. Esos son los tres elementos que tenemos en esa lista representativa”, aclara la referente del programa.
Pero, para aclarar el sentido y lo que hace que algo sea patrimonio cultural intangible, ella pone un ejemplo que alcanza a la gran mayoría: el mate. “Pensemos el caso del mate. A este lo piden integrar a sus listas representativas muchos países. Entonces, Paraguay logra quedarse con el tereré y el resto del Mercosur, lo que hace es pedir que se declare Complejo de la yerba mate en todos los países. Pero, para pensar en lo intangible, el mate también sirve como ejemplo. Porque pensemos en la muestra que había en el Museo Hernández de mates de distintos tipos. Si uno solo veía eso, solo tenía unos tarritos con un palito de metal cada uno y eso es lo tangible. Pero hay algo que nos muestra cómo es el ritual: el tema de la rueda al tomarlo, la temperatura del agua, cómo se arma, lo que nos nuclea, qué significa el mate, qué provoca, y eso es lo intangible. Por ahí lo tangible no les dice demasiado a aquellos que no conocen el tema, pero hay una necesidad de potenciar lo que sí es intangible, que es el ritual, la ceremonia, el encontrarnos, los motivos para tomarlo. Recordemos en la pandemia cuando se anunció la muerte del mate, en mi casa, de la nada, aparecieron seis termos. Y si no hay mates, se toma en un vaso, en un jarrito, eso es lo intangible”, sostiene Verón.
- ¿Cuáles son los casos particulares de Mar del Plata?
- Bueno, nosotros empezamos trabajando con la Semana Fallera como ritual de una comunidad, entendiendo a Mar del Plata como una sociedad diversa y heterogénea. Una sociedad conformada por personas que vienen de muy diferentes lugares y en diferentes momentos. Es importante acá la figura de las colectividades y su intención de continuar con sus tradiciones y, además, a eso hay que sumarle que conforman una nueva sociedad con sus propias particularidades. Cuando logramos esa ordenanza de declaración, empezamos a pensar el alfajor marplatense como patrimonio intangible y, entonces, aparece la primera pregunta que es ¿cuál es la comunidad que lo sostiene? Uno lo puede pensar en términos de marca, pero cuando empezamos a indagar y a armar su comunidad nos dimos cuenta de que, en principio, parecería que no estaba unificada, sin embargo, cuando empezamos a analizar pensamos en quiénes son, en este caso, los que llamamos portadores, aquellos que desarrollan la práctica, y quiénes los transmisores, que son aquellos que se ocupan de que esa práctica continue en el tiempo.
El trabajo fue arduo y llevaron adelante una serie diversa de entrevistas a una escuela en Batán que enseña gastronomía, el sindicato de alfajoreros, un par de marcas reconocidas de la ciudad, es decir que tomaron una gran empresa, una pyme y una artesanal, y con eso comenzaron a pensar, en definitiva, el valor y lugar que puede tener en la lista el alfajor local. Pero, como aclara la propia Verón, “El patrimonio cultural intangible no se caracteriza por su autenticidad, no vamos a buscar lo autentico, porque en realidad tiene que ver con la dinámica de la cultura. Entonces, de repente, todo puede cambiar, pero subsiste la idea de que hay un alfajor marplatense porque hay algo que lo diferencia, incluso en el mapa alfajorero, del alfajor cordobés, del patagónico o del de la zona de Corriente o Entre Ríos. Entonces, justo, Mar del Plata gana un premio en el mundial de alfajores y se arma la cámara de alfajoreros y se hace el kilómetro cero del alfajor en Mar del Plata. Todas esas acciones desde el patrimonio intangible, acciones que nosotros llamamos acciones de salvaguarda”.
Así como para al patrimonio tangible existen acciones de conservación o de restauración, en cuanto al patrimonio intangible existen acciones de salvaguardas. Son aquellas que permiten ver qué se promociona, qué nos identifica, cuál es su valor simbólico para la ciudad y, sobre todo, si entra en algún proceso de peligro o de riesgo. Entonces, el Estado, en esos casos, tiene la misión de preguntarse por qué se está perdiendo y tratar de colaborar en aquello que se pueda hacer para revertir la situación.
Más allá de estos dos casos, desde el área local están trabajando ahora sobre el “queso Mar del Plata”. Es el próximo objetivo que ya está en etapa de investigación histórica previa a la declaratoria. Las fuentes, tanto la hemeroteca como los investigadores de la universidad local, aportan y acompañan todo este proceso para nutrir ese expediente de datos históricos.
En la provincia de Buenos Aires ya existe, también, una red de patrimonios intangibles, pero vale destacar que General Pueyrredon es el único municipio que tiene un programa específico destinado a este sentido.
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