Con destino a Mar del Plata, una ciudad que invita a sumarse

Mar del Plata recibe inmigrantes desde que era un poblado, pero la oleada más fuerte se dio entre 1880 y 1930 y luego en el período de posguerra. La ciudad se nutrió de ellos y ellos ayudaron a configurar la ciudad. El efecto cadena migratoria.

Monumento a los inmigrantes vascos en Mar del Plata.

13 de Julio de 2024 19:15

Mar del Plata es una ciudad que se vio afectada por los dos ciclos de inmigración que tuvo el país, el que se conoció como de inmigración masiva, entre 1880 y 1930, y el que vino después de la Segunda Guerra Mundial, entre 1949 y la década del 60, con un pico en 1955.

Pero Mar del Plata no solo cuenta con esos dos polos, porque en los períodos intermedios siguieron llegando inmigrantes, mayoritariamente inmigrantes que vinieron de alguna otra ciudad o provincia donde se habían afincado, pero se desplazaron hacia Mar del Plata. Eso habla de las muchas oportunidades que siempre se han visto en esta ciudad para progresar. Pero, por otro lado, toda esa inmigración influenció en la configuración de la ciudad desde sus comienzos y en las distintas etapas históricas.

La historiadora María Liliana Da Orden explica que, “Hay un escalonamiento, pero lo fuerte es cuando el poblado está surgiendo y cuando se produce ese boom del balneario, primero como oferta para la clase alta porteña y después cuando se incorpora la clase media. Eso hace que haya una demanda de mano de obra muy importante y Mar del Plata resulta muy atractiva. Por eso, si bien sufre los momentos de crisis que se dan en el contexto, en general hay una oferta importante de empleo, de posibilidades de progreso, por lo menos hasta 1930”.

Pero ¿solo por la posibilidad laboral se elige Mar del Plata? ¿Qué tiene, qué inspira esta ciudad que desde el principio de su historia fue un atractivo para que gente del exterior, de otras provincias y de la región busquen formar sus familias en ella? “Bueno, Mar del Plata es como otras ciudades que están creciendo, atraen al inmigrante. Es una ciudad es muy atractiva que permitía ahorrar. Porque el inmigrante venía a hacer dinero y Mar del Plata lo posibilitaba y encima tenía el plus del veraneo. Pero ahí se da una cosa muy interesante que es que, una vez que se insertan los primeros, estos empiezan a llamar a los parientes. Es muy interesante, porque, aunque no sea un puerto, actúa como puerto, porque hay cientos de inmigrantes que salen de un mismo pueblo y viene directamente a Mar del Plata. El contacto es directo y esto permite que se dé eso que llamamos cadena inmigratoria”, cuenta la autora de Cruzar el océano. Inmigración, familia y trabajo (Eudem – 2024).

Llegada de inmigrantes al Río de la Plata.

La investigadora de la Facultad de Humanidades mencionó dos ejemplos en este sentido: el de la comunidad leona, provenientes de León en España, una región cercana a Asturias, de la que ella detectó casi 400 casos de personas que vinieron de ese lugar rodeado de montañas. “Cómo se enteraban en esa época que existía algo como Mar del Plata es la pregunta”, dice. El segundo caso interesante es el que se da en la posguerra entre los judíos que fueron perseguidos y que en Mar del Plata ya tenían familiares que habían llegado en olas anteriores. “Cito en mi libro a una familia de Checoslovaquia que se asienta en los años 30 y después gracias a ellos pueden traer a sus parientes, más de 20 personas que pasaron por Buenos Aires y luego acá. Muchos de ellos habían estado en campos de concentración y otros escondidos. Me decían que se sentían privilegiados por tener los parientes acá y que los trajeran en ese momento tan difícil. No eran muchos los estados que los recibían en ese momento, pero ahí, en este caso, el mecanismo de las relaciones personales funcionó. Luego hubo otros casos donde no fue así, sobre todo en los grupos más minoritarios como los sirios libaneses o los ucranianos”.

El puerto fue un espacio donde convivieron muchos de ellos.

- ¿Cómo era la relación entre todos ellos?

- En realidad, por lo que yo investigué, considero que el vínculo más fuerte es el familiar, el de padres e hijos en una primera instancia, pero puede ser tíos y sobrinos luego. Pero el vínculo padre e hijo es el más fuerte, aun cuando vengas soltero. Un inmigrante que se case acá, la primera opción es que se case, en general, con alguien que se le asemeja, si puede ser del mismo pueblo mejor y si no, al menos de una nacionalidad cercana. Y pasa lo mismo en el ámbito laboral, cualquiera sea el rubro, siempre estar en relación con paisanos supone una confianza mayor, más allá de que el paisano sea mejor o peor persona, sino porque al paisano se lo conoce, se sabe cómo se maneja, conozco qué quieren decir sus gestos, sus códigos, y eso favorece la posibilidad de formar familia o de asociarse. No quiere decir que no se dieran otros casos. Uno de los casos más emblemáticos es el de los vascos en el país. Para mí es muy interesante ver cómo esta cuestión de la semejanza los hace sentir más cómodos.

Los distintos grupos de inmigrantes también fueron influenciando en la formación y el crecimiento de la ciudad. Muchas de las primeras fiestas públicas de la ciudad eran generadas por ellos y la vida social se activó con las sociedades de socorros mutuos, la que además brindaba atención médica a las familias en momentos donde el Estado no las cubría. “Se debe hacer mención también a la posibilidad de que tengan su panteón, porque tener panteón es poder decir que ibas a ser enterrado en un lugar que, de alguna manera, tiene que ver con lo patrio y tiene que ver también con tener un lugar digno para descansar”, cuenta

Portada de Cruzar el océano. Inmigración, familia y trabajo.

¿Qué veían, finalmente, en Mar del Plata es la gran pregunta, pero también vale pensar en cuánto tiempo podía llevar alcanzar los logros que generaban las expectativas traídas? Mar del Plata, así como algunas otras zonas en el cruce del siglo XIX al XX y en la posguerra, generaban una posibilidad única para muchos. Era muy factible que un inmigrante pudiera ascender socialmente, tener un ahorro, comprarse una casa, tener una pequeña empresa o comercio y, sobre todo, que sus hijos pudieran estudiar (la hija maestra o el hijo tenedor de libros, el nivel secundario y hasta la universidad). Estas posibilidades, en los países de donde venían, no existían. “Allá no existía esa posibilidad de que tu propia vida diera ese salto y esto acá era muy factible. Seguro que hubo casos que no lo lograron, sin dudas que hubo gente que decidió irse, pero las posibilidades que brindó Mar del Plata fueron innumerables”.

Mar del Plata desde siempre invitó a sumarse. Desde su comienzo y hasta hoy en día. De muchos países siguen viniendo hoy a la ciudad a sumarse, por estudio, por trabajo, por tranquilidad. Todos buscando progresar, entendiendo esa idea de progreso no solo como ganar más dinero, sino, y en muchos casos principalmente, vivir mejor y superarse individual y familiarmente.