La asombrosa historia del Hospital Regional y su guardián solitario
Levantado durante el primer peronismo como emblema de modernidad y Justicia Social, el Hospital Regional de Mar del Plata tardó en ver sus puertas abiertas. Mientras la política lo olvidaba, hubo un hombre que lo custodió con su familia como si fuera suyo hasta su inauguración en 1961.
La década fundacional del peronismo (1946-1955) fue un tiempo de sueños monumentales y planes ambiciosos. El Estado argentino, con una inédita capacidad de gestión urbana y económica, se dispuso a transformar el mapa de la salud pública. En esa vorágine de cemento y política, Mar del Plata, la ciudad balnearia en pleno auge del turismo popular, se convirtió en un laboratorio arquitectónico.
Un plan de bienestar: Arquitectura al servicio del pueblo
El trabajo de rediseño urbano durante el primer peronismo fue una epopeya de escala inigualable. No se trataba solo de construir, sino de articular una política de Estado que considerara la infraestructura como un motor de inclusión social. En el ámbito sanitario, el cerebro detrás de esta revolución fue el Dr. Ramón Carrillo, titular de la Secretaría de Salud Pública de la Nación, quien impulsó la unión estratégica entre la actividad preventiva y la asistencia.
La arquitecta Ana Zagorodny, en su trabajo La historia de un edificio sanitario durante el primer peronismo. El Hospital Regional de Mar del Plata, sostiene: “En la historia de la sanidad argentina, Ramón Carrillo aportará un enfoque decisivo y de avanzada a la planificación sanitaria, definiendo con precisión las características que debían cumplir las instalaciones para la salud y su imprescindible complementación con obras para la higiene, la asistencia y la recuperación social, manteniéndose todavía como el referente de todo proyecto y construcción de equipamientos sanitarios a nivel nacional”.
En la provincia de Buenos Aires, el gobernador Mercante hizo eco de esta visión al crear el Ministerio de Salud y Asistencia Social. Mar del Plata, más que un destino de vacaciones, se convirtió en un punto estratégico para esta nueva política. La ciudad fue destinataria de un plan de obras públicas enfocado en el turismo y la infraestructura sanitaria, que abarcaba desde la adaptación de centros existentes, como el Hospital Marítimo, hasta la planificación de un centro de alta complejidad: el Hospital Regional.
El "Gigante" de mil camas: La ciudad hospital
El antiguo Hospital Regional, hoy conocido como Hospital Interzonal General de Agudos “Dr. Oscar E. Alende (Higa), es el ejemplo paradigmático de la arquitectura sanitaria de ese período. Su concepción fue un acto de audacia visionaria, ideado bajo el concepto de “Ciudad Hospital”.
Esta idea, impulsada por Carrillo, trascendía el modelo de hospital tradicional. Proponía centros de gran porte, tecnológicamente avanzados, que fuesen, a la vez, núcleos urbanos, centros de formación, investigación y extensión social. Estos hospitales no solo debían atender necesidades médicas, sino también integrarse al crecimiento urbano mediante un ordenamiento territorial planificado.
La estructura, proyectada por el arquitecto Ángel Pascual, se fundó en 1948 y se ubicó estratégicamente en terrenos donados por Eufemia Errecaborde, sobre la avenida Juan B. Justo, alejados del centro urbano para facilitar el acceso.
El dato más revelador de su planificación es que, si bien la demanda real de camas en la ciudad rondaba apenas las 200, el proyecto contemplaba una capacidad para 1.000. Una planificación a largo plazo que no atendía solo el presente, sino que proyectaba un futuro de crecimiento demográfico y sanitario exponencial. El hospital nacía como símbolo de esperanza y capacidad estatal.
El diseño arquitectónico priorizó la funcionalidad, la accesibilidad y la expansión futura, con áreas específicas para distintas especialidades, diagnóstico, emergencia y apoyo logístico. Además, se proyectaron espacios para residencias médicas, enseñanza e investigación, alineados con el concepto de “Ciudad Hospital”.
Desde una perspectiva social, el hospital fue concebido como una herramienta de inclusión y equidad en salud, en sintonía con las políticas del peronismo.
Diseño del Hospital Regional de Mar del Plata: visión integral y moderna
El diseño morfológico y espacial del Hospital Regional de Mar del Plata se basó en una propuesta arquitectónica que combinaba monumentalidad, funcionalidad y accesibilidad, alineada con el modelo de “Ciudad Hospital” promovido por el Dr. Ramón Carrillo.
Las entradas principales, revestidas en piedra y acompañadas por escaleras escultóricas, ofrecían una orientación clara al usuario y un impacto visual imponente. A su vez, las rampas laterales garantizaban accesibilidad para pacientes con movilidad reducida, reflejando una preocupación por la inclusión.
La estructura del edificio se organizó en forma de cruz, permitiendo una distribución eficiente de funciones clínicas, administrativas y de apoyo. El volumen central de seis pisos, flanqueado por alas de cinco, fue concebido para responder a las necesidades funcionales y permitir futuras expansiones.
Desde el punto de vista funcional, se planificó la segregación de flujos de circulación para el público, el personal sanitario y las áreas críticas, aunque en la práctica esta separación fue parcial. Además, se incorporaron espacios destinados a la formación profesional y la extensión comunitaria, reforzando el rol del hospital como agente educativo y social.
El diseño contempló también la posibilidad de un crecimiento armónico con la ciudad, mediante una estructura adaptable y expansible. La planificación detallada de áreas específicas para cada función refleja una visión avanzada del diseño hospitalario, orientada a la eficiencia operativa y la jerarquización de servicios.
En conjunto, el edificio del Hospital Regional se erige como símbolo del progreso en infraestructura sanitaria durante el primer peronismo, integrando salud, urbanismo y política social en una propuesta arquitectónica de gran alcance.
“El diálogo entre volumetrías y plantas académicas, elementos ornamentales exteriores vinculados al neocolonial en clave monumental o a ciertas expresiones de la arquitectura californiana del período español, en fuerte contraste con interiores asépticos y racionales de carácter claramente moderno y funcionalista, es recurrente ya en obras anteriores a la gestión peronista. Lo que varía rotundamente es la escala de producción arquitectónica del peronismo, incomparable con cualquier período histórico que se analice en la Argentina”, explica la autora en su trabajo.
Crónica de una inauguración demorada
La historia de un gran edificio público no termina con el último ladrillo. A veces, la lucha real comienza en el silencio de las obras paralizadas.
A finales de 1954 o principios de 1955, la imponente estructura estaba lista. Sin embargo, el hospital nunca abrió sus puertas. Mar del Plata se llenó de rumores. ¿Fueron las internas políticas dentro del peronismo las que detuvieron la inyección final de fondos? ¿O fue la gigantesca dificultad económica de dotar al “Gigante de Mil Camas” con el equipo profesional necesario? Lo cierto es que, pese a estar terminado, el hospital se sumió en un letargo de más de seis años.
Luego llegó el golpe militar de 1955, que derrocó a Perón. El nuevo gobierno de facto justificó la confiscación de fondos destinados a un monumento a Eva Perón, prometiendo utilizarlos en obras hospitalarias. Era una medida simbólica, pero para el Regional fue una promesa hueca: esos fondos jamás llegaron. La espera continuaba y el gran edificio se erguía, mudo, en medio del campo.
El guardián solitario
En el corazón de este abandono surgió una figura esencial: Ostilio Di Lucente. Cuando la constructora Ausonia S.A. se retiró, Di Lucente tomó la iniciativa personal de cuidar la mole de cemento. Se instaló con su familia en el predio y se convirtió en el vigilante de una promesa estancada.
La arquitecta, en su presentación, cita: “Acá había un hospital, era el Hospital Regional, cerrado, con yuyos que lo cubrían totalmente; no se veía el edificio. Nos encontramos, cuando vamos con una luz en la noche, con un cuidador que estaba a cargo, con una escopeta, de todo el Hospital Regional. Un italiano que lo había cuidado de una forma excepcional: Ostilio Di Lucente. Yo no sé si vive. Este hecho, desde el punto de vista anecdótico, es cómico, pero el tipo se había metido con toda su familia en el hospital y lo cuidaba como si fuera un bien propio, con una responsabilidad total. Encontramos entero el hospital, un magnífico hospital, de una construcción hermosa, sólida…”.
Desde el retiro de la constructora hasta 1962, Ostilio Di Lucente fue, en esencia, el custodio informal del patrimonio estatal. Su dedicación rindió frutos: en 1962 fue nombrado intendente de las instalaciones, un reconocimiento tardío a una lealtad que había protegido al hospital de la degradación.
Finalmente, la historia del silencio se rompió. Tras años de gestiones y parálisis, el Hospital Regional logró ser inaugurado en diciembre de 1961, bajo la administración del Dr. Alende. El gigante despertaba después de una pausa que parecía eterna.
El presente y la deuda arquitectónica
El hospital, que un grupo de médicos fundadores logró incorporar a la Ley de Reforma Hospitalaria en 1962 (aunque esta fue efímeramente derogada en 1964 tras una intervención), sigue siendo una estructura asombrosamente eficiente para la ciudad.
Sin embargo, el tiempo ha dejado sus marcas. El edificio original ha sufrido el agregado de nuevos bloques adosados. Lamentablemente, estas incorporaciones no siempre respetaron la calidad y la visión de la arquitectura original.
Cierra la propia arquitecta Ana Zagorodny: “El Hospital Regional de Mar del Plata es patrimonio arquitectónico tangible, evidente como obra, como objeto de lenguajes acabados y exacto contenedor social, pero detenta aún mayor potencial como patrimonio cultural intangible, fundacional y autoinstituyente de los sentidos que obran de soporte de su comunidad.”
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