Habló el último testigo del desembarco nazi en la Costa Atlántica: "Pararon en casa de mi abuela"
Omar Cernadas tiene 94 años. Su testimonio fue difundido en el canal de Youtube del periodista Abel Basti. Frente a la ciudad balnearia se hallaron los restos de un naufragio que sería de un submarino alemán
Por Redacción 0223
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Hace dos años, expertos internacionales confirmaron que los restos sumergidos frente a las playas de Necochea son de un submarino alemán. Tras una extensa investigación, el periodista Abel Basti encontró al último testigo del histórico suceso.
En agosto de 1945 Omar Cernadas tenía catorce años y estaba de vacaciones, cuando tropezó con cinco desconocidos en la casa de su abuela.
"Fueron a parar a la casa de mi abuela, cinco de ellos. Yo sé que uno quedó en Necochea y los otros cuatro los vinieron a buscar con un micro y se los llevaron”, recuerda Omar en el video publicado por Basti, mientras indica que la mujer tenía vínculo con Alemania. Hablaba bien el idioma y no llamaba la atención localmente.
El desembarco de marinos alemanes no era un episodio aislado. Mientras el continente celebraba el fin de la Segunda Guerra Mundial, varios submarinos del Tercer Reich partieron de los puertos nórdicos y pusieron rumbo sur. Fueron una docena, según las investigaciones de Basti, cruzó el Atlántico para romper el cerco aliado y desaparecer en las costas de Argentina.
Apenas semanas antes del episodio en Necochea, el puerto de Mar del Plata fue testigo de dos rendiciones formales: el U-530, comandado por Otto Wermuth y una tripulación de cuarenta personas, izó bandera blanca el 10 de julio de 1945; poco después, el U-977, bajo el mando de Heinz Schaeffer, repitió el gesto. Los hechos constan en los reportes oficiales y emergen en las notas de época, pero el caso de Necochea desafía el registro: en esa playa no hubo rendición, ni se conoce el nombre del capitán, ni se identificó la carga o el objetivo de la misión secreta.
“Era gente joven, no pasaban de los treinta años”, insiste Omar, como si el tiempo no hubiese borrado la imagen de aquellos soldados extranjeros. Su testimonio indica que "después de tres o cuatro días, llegó un micro verde y se llevó a cuatro de ellos. El quinto se quedó a vivir en Necochea”, cuenta Omar Cernadas, condensando la novela en una frase. La curiosidad de un niño se transformó, con los años, en la última voz viva de un episodio sepultado.
“Uno de ellos cuando pasó me tocó la cabeza y me despeinó”, repite el hombre y recrea el gesto del militar.
“Los marineros alemanes son llevados a la estancia Moromar. Esto lo sé porque hay una actuación policial que dice eso. Estos pobladores que vieron el desembarco denuncian a la policía. La policía actúa, ve los rastros de desembarco y lo lleva a una estancia que es Moramor. Lo que pasó ahí fue increíble, porque cuando quisieron entrar a la estancia había unos rubios con ametralladoras que no dejaban pasar a los oficiales”, recuerda el periodista que además integra "Eslabón perdido".
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