Viento en Popa: "Ñeco" Cioffi y un legado culinario de más de medio siglo que disfrutan marplatenses y famosos

La historia del restaurante se remonta a los años 70, cuando Ñeco comenzó su recorrido con el local La Cacerola. Hoy sus hijos mantienen su legado en un clásico del puerto que es frecuentado por destacados personajes del espectáculo, el deporte, la música y la política. 

Viento en Popa: una historia que comienza en los 70.

30 de Marzo de 2025 08:12

Podríamos decir que la historia del restaurante Viento en Popa comienza en los inicios de la década de los 90, pero también podríamos decir que, en realidad, todo inició en los años 70, en un restaurante conocido como La Cacerola. Este obtuvo renombre y se hizo muy popular entre los marplatenses y los visitantes. Sus dueños eran Ñeco y Alberto Cioffi, junto con Mingo Ezeiza. Sin embargo, para ser más precisos, debemos retroceder hasta la década de los 60 y trasladarnos a Los Ángeles, California

Ñeco Cioffi, fundador y mentor de Viento en Popa, vivió durante esa época en Estados Unidos. Allí se enamoró del servicio y del estilo de atención que brindaban en el ámbito gastronómico. 

Cuando decidió regresar a Mar del Plata, dos acontecimientos marcaron su vida. El primero: se enamoró de una mujer, hija del cónsul de Francia de aquel entonces, quien estaba por mudarse a ese país. El segundo: decidió incursionar en el mundo de la gastronomía local. 

Así fue como Ñeco, como es conocido cariñosamente por todos hasta hoy, se casó con ella y abrió una primera parrilla llamada El Carro Gitano. No tuvo mucho éxito, por lo que decidió mudarse a otra zona y dirigirse al puerto local. Allí, junto con su hermano Alberto y Mingo Ezeiza, inauguró La Cacerola

El restaurante, ubicado en la calle 12 de Octubre, competía con otras marcas consolidadas, como El Gallo Rojo y La Taberna Vasca. La Cacerola era un lugar pequeño, decorado con cacerolas en las paredes y caracterizado por una atención ordenada y con estilo americano. Sin embargo, la sociedad no duró mucho y, aproximadamente dos años después, se disolvió. 

Ñeco continuó con La Cacerola un tiempo más, pero a principios de los años 90, en Avenida de los Trabajadores 171, comenzó a funcionar lo que sería su creación soñada: Viento en Popa

Desde el fallecimiento de Ñeco, en 2022, sus hijos Juan, Clara y Lucía se hicieron cargo del restaurante.

“Esos fueron los comienzos gastronómicos de mi papá. A él lo conocían como ‘Ñeco’, simplemente Ñeco. Desde el segundo día de vida lo llaman así, porque, según me cuentan, su hermana, el día que nació, dijo que le habían traído un ‘ñeco’ en lugar de un muñeco. Y así quedó”, nos relata Juan Cioffi, hijo de Ñeco, quien, junto con sus dos hermanas y su madre, se encarga de Viento en Popa desde el fallecimiento de su padre en 2022. 

Ese primer local era pequeño, con unas pocas mesas, un único mozo, un cocinero, un lavacopas y una persona que preparaba las minutas. Anteriormente, en el lugar había funcionado algún otro comercio, quizá una casa de apuestas o un almacén, pero ahora era el único restaurante de pescado en esa zona, dado que hasta el centro comercial no había nada similar en el rubro.

"Y eso explotó. Él lo puso con su estilo, con todo lo que había aprendido a lo largo de su vida sobre el oficio y la gastronomía. Si algo le faltaba era un buen nombre. Entonces, como mi viejo siempre andaba nervioso, porque tenía otro trabajo también, una de mis hermanas le dijo que se quedara tranquilo, que todo iría ‘Viento en Popa’. Así fue como le quedó el nombre, y así se hizo muy famoso”, explica Juan.

Hoy el restaurante sigue funcionando como en aquellos primeros años. En el año 2000 se mudaron muy cerca, a Avenida de los Trabajadores 257, lo que permitió la ampliación y ciertas mejoras estructurales para un funcionamiento más cómodo.

-Juan, contame algo del restaurante, algo que te siga sorprendiendo…

-Mirá, el restaurante es 100% de mi viejo. Para que te des una idea, sigue manteniéndose con la misma jerarquía que tenía cuando empezó. Por otro lado, te digo que es un restaurante cuya historia está totalmente grabada en nuestra memoria. Nosotros casi no tenemos fotos del lugar ni de los muchos que nos visitan, ni hemos escrito nada sobre él. Y mirá que acá hay historias: han pasado presidentes, gobernadores, diputados, senadores, presidiarios, estafadores, de todo. Pero mi viejo no se sacaba fotos.

El interior del restaurante en la actualidad.

La lista de anécdotas y nombres que han pasado por Viento en Popa es interminable. Desde historias detrás de los nombres de platos hasta encuentros que se han dado en el lugar, pasando por visitas de figuras del deporte, el espectáculo, la política y la música. 

Juan comienza a enumerar: “Mirtha Legrand viene todas las temporadas a comer acá varias veces. Después te puedo decir que, en algún momento, Scioli estaba en una mesa y Macri en otra. El Burrito Ortega, el Chapu Braña, campeón de la Libertadores con Estudiantes de La Plata... De Estudiantes, todo: desde jugadores hasta presidentes, porque somos hinchas del club. También Francescoli, Angelici, Battaglia, Ruggeri. En la música, te diría: Sabina, Serrat, Fito Páez, Baglietto, Julio Iglesias y Ciro, de Los Piojos”.

Y agrega: “Con Ciro pasó algo muy llamativo, porque teníamos una pareja que venía siempre, pero, además, venía cada vez que tocaban Los Piojos. Como hacía frío, venían solo a tomar una sopa de mariscos. Un día viene Ciro y, por supuesto, le conté la anécdota sobre esta pareja, y pidió una para probarla. Ahora, cada vez que viene, pide una sopa de mariscos”.

-¿Qué decía tu papá respecto a la clientela del lugar? Todos la pasaban bien y esto se reflejaba en que volvían a Viento en Popa…

-Sí. Mi papá se lo tomaba muy bien. Siempre me decía: “¿Viste ese que vino? Es amigo mío”. Y era verdad, porque él se hacía amigo de la gente en dos minutos. Era un gran anfitrión del restaurante y de Mar del Plata.

-¿Hay un secreto en todo esto? ¿Qué recordás sobre su forma de manejar el lugar?

-Cuando iba al colegio, me acuerdo que nos preguntaban qué eran nuestros padres. Todos decían abogado, arquitecto, qué sé yo, cosas así. Entonces yo le pregunté un día qué debía decir sobre él, y me respondió: “Deciles que soy ingeniero gastronómico”. Esa carrera, por supuesto, no existe, pero yo igual lo anotaba. Hoy, cuando lo pienso y veo cómo funciona esto, me doy cuenta de que tenía razón. Él hizo todo un trabajo de ingeniería acá: funciona todo como un sistema, desde que buscás el pescado fresco hasta que lo servís en la mesa. Todos los que estamos acá somos parte de ese sistema que mi viejo armó en los 70 y que todavía respetamos y aplicamos para que el cliente quede conforme. Y si hablamos de un secreto... no sé. Acá lo que se hace es mantener una constancia para conseguir pescado fresco y variedad. Nunca bajar la vara y siempre ofrecer la mayor diversidad de especies posibles, además de los mariscos. Después, las salsas son muy simples, no tienen mucha complejidad. Podés acompañarlas con salsas típicas italianas, con rúcula, ajo y aceite de oliva, o con alguna mezcla de limón y camarones. También hacemos platos más clásicos, como los gratinados, que son típicos de la cocina de los años 70."

Su fundador, Ñeco Cioffi con un pulpo argentino. Detrás su hijo Juan.

Desde que falleció Ñeco, en 2022, ellos se hicieron cargo con todo el peso de la historia del lugar: Juan, Clara y Lucía al frente del restaurante, procurando que todo el sistema funcione. 

Juan agrega: “Y mi madre, como si fuera un consigliere, a pesar de tener sangre francesa, es como si fuese mi consultora. Porque tuvo la experiencia de 50 años con mi viejo y hay veces que yo no tengo todas las respuestas. Entonces, de repente, de la nada, mi vieja me dice algo. Y tiene razón, porque ya lo vivió con mi viejo. Es como mi consigliere”.

Otra de las costumbres del lugar es nombrar algunos platos con los nombres de los comensales, aquellos que siempre los pedían de determinada forma y con alguna variación en su preparación: “Hay un postre que es un clásico: se llama ‘Paula Garretón’ y todo el mundo que ha pasado por acá lo probó. Desde el año 70 se vende ese postre y todos preguntan quién es Paula Garretón. Bueno, en aquella época, cuando el restaurante era más chico, las mesas estaban más juntas. Siempre venían unas señoras que pedían de postre helado con dulce de leche Chimbote, otro clásico, y la mousse casera. Hoy se sigue haciendo igual y con los mismos productos, pero lo comían de una forma particular. Estas señoras de alta sociedad hablaban de otras personas, pero, como las mesas estaban juntas, para no nombrar a nadie y que se escuchara desde la otra mesa, siempre se referían a los demás como Paula Garretón. Lo cierto es que todos terminaron hablando de Paula Garretón, pero nadie sabía exactamente quién era. Entonces mi viejo llamó a esa forma de comer el postre con ese nombre. O el caso de los 'Langostinos de Inés', que le pusimos así en honor a la señora Inés de la Fuente, por ejemplo, que es clienta nuestra y amiga. Y así, varios más se han ido bautizando a lo largo de toda la historia”.

Juan cuenta historias tras historias de los tantos que han pasado por el lugar: gente muy famosa, gente de incógnito, personas con la rutina de ir en días determinados y otras que solo pasaban por ahí durante los meses de temporada. Muchos concurrían cuando Juan era chico y ahora los atiende él personalmente. Viento en Popa se ha ganado el espacio que ocupa hoy en día. 

“Sabés, un día vino Pippo Cipolatti, ¿te acordás de Pippo Cipolatti? Bueno, vino a tocar a Mar del Plata y después a cenar acá. Vino con sus hijos, que eran chiquitos. Lo más llamativo, me acuerdo, fue que vino con guardaespaldas. Y el guardaespaldas era el Indio Comanche, el que peleaba en Titanes en el Ring. Era una locura”, cuenta, entre risas. 

Un clásico de la gastronomía local.

Viento en Popa mantiene la tradición que buscó su dueño en los 70. El legado de Ñeco tiene continuidad en sus hijos: “Él siempre mantuvo esta tónica: simple y prolijo. Entonces, nosotros lo que tratamos de hacer es mantener ese legado. Dentro del restaurante, todo es simple y prolijo”, concluye Juan

La presencia de Ñeco está en cada rincón de Viento en Popa: desde el orden hasta los cuadros, desde la atención hasta las recetas. Este lugar no solo mantiene un legado culinario, sino que también continúa sosteniendo la impronta, la fuerza y la dedicación de su fundador.