El calvario de los vecinos de El Progreso: "Limpié yo las bocas de tormenta para que no se les inunde la casa a mis abuelos"

Tomás tiene 21 años y cada vez que llueve hace la misma rutina: se va a lo de sus abuelos a cuidarlos y a tratar de que no se les inunde su casa.

Tomás se encargó de limpiar el desagüe para que el agua no inunde la casa de sus abuelos.

8 de Marzo de 2025 15:28

Por Redacción 0223

PARA 0223

La tormenta anunciada este viernes asustó a muchos y puso en alerta a todos. Para Tomás, se trató de la misma rutina de siempre. El joven, de 21 años, envió imágenes de la esquina de la casa de sus abuelos, en el barrio El Progreso, ante las primeras lluvias de ayer: la misma postal de siempre, que lo lleva a repetir una costumbre que nunca olvida: ir hasta lo de sus abuelos, pasar la noche con ellos y ayudar a que no le ingrese agua a su vivienda.

El joven vive en otro barrio, pero se fue hasta Juana Manso y Carasa a la tarde porque debía cumplir con su misión. Allí viven desde siempre sus abuelos, a los que ayuda para que no sufran las consecuencias de cada lluvia. "Lo hago siempre, pongo una cinta para cortar el tránsito para que los autos no hagan olas que se les meten en la casa, porque siempre que llueve, se inunda", le contó a 0223.

"Hace cuatro o cinco meses hicieron nuevas bocas de tormenta, pero no se solucionó nada, porque el agua baja desde la 39 y se junta en esta cuadra, deberían hacer otras en Florencio Sánchez, porque aunque no llueva fuerte, se inunda igual", explicó.

 

El viernes, después de lo que fue el primer chaparrón intenso que se desató poco antes de las 18, Tomás esperó paciente en lo de sus abuelos a que parara un rato la lluvia, y antes de las 21 puso manos a la obra. "Cuando paró un rato aproveché y me fui a destapar las bocas de tormenta. Me metí y saqué mucho pasto y barro, estaba lleno, ahí bajó enseguida un poco", comentó. 

La rutina del joven lleva varios años, y no tiene mucha esperanza de que cambie para que pueda dejar de asistir a sus abuelos y a la gente de la cuadra ante cada lluvia. "No les hacen mantenimiento, los vecinos del barrio siempre reclaman, pero no cambia nada. Me quedé con ellos toda la noche para cuidar que los autos que pasaran no hagan olas porque les entra agua a la casa. Hay muchos adultos que viven hace años en esa zona, es gente grande", remarcó Tomás.

La realidad de El Progreso se multiplica en otras zonas de Mar del Plata, castigada en las últimas semanas por las inclemencias climáticas y que se prepara, como Tomás, para volver a ver la misma postal de siempre en el lluvioso inicio del otoño.