Chimbote: el dulce de leche que unió a una familia, el legado de Doña Rosa y una receta mágica de casi 90 años
La historia del dulce de leche Chimbote trasciende la anécdota de su origen. Es la historia de una familia que logró un sabor único y que, hoy, es un símbolo de identidad argentina en el mundo.
El escritor Hernán Casciari suele contar que, cuando vivía en Barcelona, le daba a su hija pequeña el chupete untado con dulce de leche Chimbote para que se “llene de genuina argentinidad”.
Es la mejor forma de definir lo que representa el dulce de leche Chimbote: todo un emblema de argentinidad en el mundo.
El dulce legado de Doña Rosa
En 1937, en una Mar del Plata que aún despertaba a sus posibilidades, Doña Rosa Bianchi dio inicio a la tradición que hoy conocemos como Chimbote. Pero su historia comienza aún más atrás, entre los árboles frutales de su patio, entre ciruelos, durazneros e higueras. Junto a ellos nació un pequeño emprendimiento familiar. Sin embargo, todo cambió cuando uno de sus hijos regresó como egresado de la escuela agropecuaria Nicanor Ezeyza de Coronel Vidal. Entonces, ella supo que era el momento de dar el salto y la receta del dulce de leche fue el detonante. Un sueño artesanal que, literalmente, tomó forma entre ollas y fogones.
Así se instaló una pequeña fábrica en Avenida Jara y Calle 10 y, más tarde, un salón de ventas en Santiago del Estero 1744. Ambos eran espacios de trabajo, pero también ambientes puramente familiares.
La marca inicial, conocida como El Administrador, se mantuvo vigente durante dos décadas hasta que cerró sus puertas para dar paso al reconocido logo con letras naranjas: Chimbote. El legado continuó cuando dos de los hijos de Rosa asumieron la dirección de la empresa.
Cuentan que el nombre se inspiró en la ciudad peruana de Chimbote, aunque acá pasó a ser una marca que resonaría entre todos los argentinos. Para su elección, se enviaron cien posibilidades al registro de marcas, pero solo tres estaban disponibles y se eligió una que tuviera impacto en los clientes.
La nueva fábrica se ubicó en Carlos Tejedor 450, cuando esa zona era aún un despoblado, por lo que una de las primeras medidas fue lograr que la gente se acercara. Para eso distribuían folletos en el centro y, tiempo más adelante, el propio sabor del dulce de leche hizo el resto. Poco a poco, comenzaron a verse filas de vecinos con sus cacerolas para llevarse el dulce recién hecho y tibio.
El producto también se vendía en grandes envases de cartón, lo que le daba (y le sigue dando) un toque único, tanto en sabor como en presentación. En aquel entonces, el cartón era el único envase disponible, pero hoy es un símbolo de la tradición familiar.
La tipografía y la paleta de colores del envase también se mantuvieron. En el diseño se refleja la historia de sus productores, pero también una marca y un sabor que permiten a uno reflejar su propia identidad.
Todo esto hizo que Chimbote dejara de ser solo un producto. Con el tiempo, la marca logró sostenerse como algo identitario: desde su búsqueda en el exterior por parte de argentinos hasta llevarlo y regalarlo como símbolo de nuestro país.
Tradición y elaboración
Sobre la elaboración de cada producto, Juan Belloti explicó alguna vez: “A veces arranco yo a la mañana temprano con la producción del dulce y la termina mi viejo. O la hace él solo y yo voy a controlar. Por suerte, mantenemos y respetamos la misma receta, usos y costumbres desde 1937 para que el dulce salga rico. Acá todo siempre fue a ojo, y a ojo nos sale bien (…) Aunque hoy existen máquinas en las que metés los ingredientes y a las tres horas el dulce está listo, acá no es así. Estamos atentos durante todo el proceso, somos lo más parecido a la cocina de una casa. La elaboración parece sencilla, pero tiene su complicación. Se trabaja continuamente con leche hirviendo y hay que saber encontrar el punto justo; hay que estar muy atento”.
La empresa ha recibido numerosas ofertas de compra, tanto nacionales como internacionales, pero los Belloti siempre las rechazaron. La empresa es su vida, lo ha sido siempre y hoy sigue con su continuidad. Actualmente, es la tercera generación la que se hace cargo del negocio, motivo por el que Juan Carlos Belloti fue declarado "Vecino destacado" en el Concejo Deliberante durante el 2023.
Los vecinos de la fábrica cuentan que las mañanas suelen ser muy especiales, gracias al aroma a caramelo y vainilla que inunda el barrio. Todo un recordatorio de pertenencia, legado y sabor.
Chimbote es una tradición familiar que, en cada cucharada, evoca recuerdos imborrables. Recuerdos que nos conectan con quienes somos o con quienes queremos ser, como lo expresó el propio Casciari: “Unto el chupete de Nina en un tarro de dulce de leche Chimbote, y se lo pongo en la boca con gesto conspirativo. Entonces espero que mi hija deguste el manjar, que se le dilaten las pupilas, que haga una especie de sonrisa triunfal y que se llene de genuina argentinidad”.
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