Hace cien años, Mar del Plata quiso ser Venecia
Las exhibiciones de "góndolas" eran un atractivo más para los turistas adinerados que se instalaban durante meses en la ciudad para pasar el verano.
Molinos de agua “disfrazados” de Torre Eiffel, hoteles con arquitectura francesa, Villas balnearias con estilo pintoresquista, Mirador de estilo Tudor, si algo faltaba a la ciudad para tener todos los atractivos de los países admirados por la aristocracia porteña que visitaba Mar del Plata cada verano eran góndolas que los hagan rememorar los paseos en Venecia, Italia.
Lo cierto es que, en la temporada de 1925, se tomó una postal que en los últimos días fue restaurada y recorre las redes sociales, se trata a simple vista de góndolas frente a la rambla francesa a metros del Bristol Hotel.
Las “góndolas” eran lanchas de pesca que cumplían la función de lanchas de paseo para los veraneantes.
Para 1925, el Jefe Comunal de la ciudad era Teodoro Bronzini, del Partido Socialista. La Playa Bristol, desde donde se podían disfrutar de las exhibiciones de lanchas, era potestad de las clases altas y tomaba su nombre del exclusivo Hotel que se erigía a metros de la costa
El hotel contaba con entrada con vista al mar. La recepción, la sala de estar, el comedor y las 500 habitaciones lucían mobiliario de caoba, pisos completamente alfombrados, espejos y arañas imponentes de estilo francés. Los registros de la época dan cuenta que los empleados vestían uniformes con charreteras y botones dorados y algunos hablaban hasta cinco idiomas. Todas las noches había bailes animados por una orquesta y funcionaba una sala de juegos con punto y banca, ruleta y bar. Era el hotel más suntuoso del nuevo continente.
Era una época en la que regía el "manual de baño", creado para mantener los usos y costumbres. Se puede ver a las mujeres con trajes de baño enteros con parasoles y gorras de natación para protegerse del sol, hombres con batas en la orilla del mar y niños jugando con arena.
Para distraerse durante las estadías de verano, además de los días de playa, los turistas realizaban actividades de ocio tales como paseos por la rambla, almuerzos al aire libre, carreras de bicicletas y, por supuesto, practicar el “tiro a la paloma”, una actividad realizada principalmente por jovenes patricios como era el caso de Saturnino Unzué, Raúl Chevalier, Samuel Hale Pearson, Manuel Acevedo y los hermanos Pedro Olegario, Adolfo y Carlos Luro.
Incluso, el broche de oro de la temporada era el Premio Internacional del Tiro a la Paloma, evento que generaba un importante movimiento económico producto de la venta de palomas, cartuchos, entradas y apuestas.
Leé también
Temas
Lo más
leído