Historia de un amor: viajó como polizón, se enamoró de la mujer de su amigo y se escaparon a Mar del Plata

Las corrientes migratorias dejaron cientos de historias de europeos que buscaban “hacerse la América” al país, pero las cosas no salieron como esperaban. La historia de José González Rodríguez no es la excepción aunque tiene ribetes dignos de un culebrón mexicano.

La asombrosa historia de José González Rodríguez.

14 de Febrero de 2022 08:05

Las corrientes migratorias trajeron a Mar del Plata y la zona miles de historias de personas que llegaron a principios del Siglo XX de Europa escapando de la Gran Guerra en busca de un futuro mejor. Entre las miles de historias dignas de ser llevadas al cine, se destaca la de José González Rodríguez, un asturiano que abandonó el pueblo de Tineo, dejando en su tierra a su mujer y al menos dos hijos, viajó a Argentina y se estableció en Tandil, donde se enamoró de la mujer de su amigo con quien escapó a la ciudad. Hoy, Pablo García, su bisnieto cineasta, busca llevar su particular historia a la pantalla grande.

En una sobremesa familiar de domingo a finales de la década del '90 Pablo se enteró que el apellido paterno no debería ser García, sino González. Entonces comenzó a indagar entre sus padres y tíos y se enteró que su bisabuelo había viajado como polizón al país, dejando en España a una mujer y al menos dos hijas que jamás volvió a ver. Pero eso no fue todo: al llegar al puerto de Buenos Aires adoptó la identidad de su amigo, que un tiempo después traicionó al escaparse con su mujer a Mar del Plata.

José González Rodríguez nació en Tineo, una villa de Asturias, en la provincia de Oviedo, el 28 de noviembre de 1886. Según lo que pudo reconstruir el cineasta, en Asturias González Rodríguez se casó y tuvo dos hijas que abandonó en 1916 abordando un barco que se dirigía al puerto de Buenos Aires y nunca volvió a contactarse con ellos. “Creemos que tenía motivos políticos para irse así”, cuenta Pablo a 0223, mientras reconoce que la vida de su bisabuelo antes de llegar a la Argentina es un verdadero misterio familiar.

José González Rodríguez protagonizó una increíble historia de amor.

 

Los primeros años en Argentina también son algo confusos. De acuerdo a la reconstrucción que lograron hacer, en 1916 José González Rodríguez cambió su identidad en el Registro Nacional de las Personas y pasó a llamarse Rafael García. La elección del nombre no fue casual: era el del único conocido que González tenía en Tandil y quien le daría hospedaje en su casa. Pero lo que ocurrió después cambiaría su historia para siempre.

Al llegar a la vivienda de García, José conoció a Encarnación de los Sagrados Corazones de Jesús y María Ortiz de García, la esposa del dueño de casa, que tenía apenas 20 años. Durante su estadía en el hogar, la mujer y el huésped se enamoraron y decidieron huir. Fue entonces que -dicen- Encarnación le avisó a su esposo que salía a “Blanco y negro”, una tienda muy popular de Tandil, y García no volvió a tener noticias suyas, ni de su amigo. 

Los fugitivos huyeron a un campo en las sierras tandilenses y José empezó a construir una vivienda precaria de adobe para iniciar una vida juntos. No contó con que el barro extraído para realizar los ladrillos provenía de un chiquero cercano, lo cual provocó que se tornara imposible vivir en ese lugar. Aún escondidos en la sierra, José se dedicó a tareas agroganaderas, mientras que Encarnación se ocupaba de las labores domésticas. Poco tiempo después llegó Jorge, el primer hijo de la pareja. La familia vivió en la ciudad serrana hasta 1946, cuando José y Encarnación decidieron dejar de esconderse y probar suerte en Mar del Plata.

Al llegar a la ciudad, se instalaron en el barrio Regional y se presentaron como la familia García. En una pequeña casilla de madera que construyó el mismo José, nacieron luego Elvira y Dante. La zona era en aquella época un gran descampado con algunas casas, y José se dedicó a la cría ganadera para sobrevivir, mientras que su hijo Jorge -que ya había cumplido los 18 años-, comenzó a trabajar en la construcción. Por las tardes, los pocos vecinos que tenían -casi todos inmigrantes europeos- solían visitar a José, que siempre tenía una anécdota para contar.

Con el paso del tiempo, sus hijos conocieron la verdadera historia y fue Elvira la que tomó la iniciativa de buscar a la familia que había quedado en España. Aún con los pocos datos que había podido recabar, llegó hasta sus hermanos olvidados por su padre en Asturias y durante años mantuvo diálogo por carta. Los mensajes que cruzaban el océano con frecuencia terminaban siempre con la misma frase: “Gracias por hacernos saber que nuestro padre está bien”.

Pablo García quiere llevar la historia de su bisabuelo al cine.

 

Rafael falleció en 1967, a los 80 años y encarnación lo sobrevivió 15 años. Cuáles sobre los motivos que llevaron al patriarca a abandonar a su primera familia y adoptar la identidad de la persona que lo alojó en Argentina, siguen siendo un misterio que desvela a Pablo.

El joven cineasta que formó su productora "PabloFilmz" en 2017 se mueve entre el documental y el vídeo experimental y en los últimos años participó  de diferentes exposiciones de Madrid, Barcelona y Mallorca y una desde hace casi una década comenzó a rastrear en su árbol genealógico y obtuvo la partida de nacimiento de González Rodríguez y, ahora piensa en viajar al pequeño pueblo de Asturias dónde nació su bisabuelo para dar con algún familiar y tener la historia familiar completa.

"Cuando empecé en el mundo audiovisual, siempre tuve en mente poder hacer un documental sobre esta historia, la historia de un hombre que deja a su familia, para hacer la América y no volver jamás. Lamentablemente tomé conocimiento de la historia cuando mi abuelo ya había fallecido. Una pena, porque él podría haber aportado bastante a esta historia”, cierra Pablo.