La muerte de Claudio Valente, el último violador serial de Mar del Plata

Claudio Valente falleció en el 2021 en el penal de Batán, a causa de una grave enfermedad. Violó a 6 mujeres y en 2017 fue sentenciado a 50 años de prisión, la pena más alta que se dictó en el país contra un abusador sexual. La reconstrucción del caso expone aciertos pero también groseros errores judiciales desde el inicio.

18 de Julio de 2022 18:06

Consumido por una enfermedad y en una cárcel. Así pasó sus últimos días Claudio Alberto Valente, el violador serial que asedió a Mar del Plata en 2014 y que fue condenado a cincuenta años de prisión, la pena más alta que llegaron a aplicar los tribunales de Argentina contra un abusador sexual.

El deceso del hombre se produjo a mediados del año pasado en el penal de Batán. Había sido diagnosticado con un cáncer de páncreas, mal que le provocó un deterioro progresivo en la salud y que motivó un pedido de arresto domiciliario que al final desestimaron las autoridades judiciales.

Así, el “violador céntrico”, mote con el que quedó identificado después de sus múltiples ataques a mujeres, encontró la muerte a los cuarenta y nueve años dentro de una unidad penitenciaria, según pudo confirmar 0223. Cuatro años antes, en 2017, había recibido una condena ejemplar en manos del Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de Mar del Plata.

 

El trato que tuvo la Justicia con Valente, sin embargo, no fue nada ejemplar. En cierto modo, lo único que trataron de enmendar – tardíamente – los jueces marplatenses Aldo Carnevale, Facundo Gómez Urso y Juan Sebastián Galarreta fue el grosero error que causó el fallo de uno de sus pares porteños.

La primera condena contra el depravado sexual la había dictado el Tribunal Oral en lo Criminal Nº9 de Capital Federal. Fue por 11 años y 8 meses de prisión en una causa por "privación ilegal de la libertad y robo agravado". Parte de esa pena la cumplió en un instituto correccional de La Pampa. En el establecimiento, le otorgaron salidas transitorias y en una oportunidad no regresó, por lo que tuvo que ser recapturado de un vivero donde intentaba esconderse.

Este antecedente, sin embargo, no pesó para el Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº1 y el 5 de febrero del 2014, con los dos tercios de la pena ya cumplida, le otorgaron a Valente la “libertad asistida” tras haber fijado como domicilio la casa de su padre en el partido de Lanús. Gracias a ese beneficio, pocas semanas más tarde se mudó a Mar del Plata, se instaló en un hostel y comenzó con la serie de violaciones.

Seis víctimas

La pesadilla de Claudio Valente en la ciudad duró casi un mes. Entre el 24 de marzo y el 21 de abril de aquel año cometió cinco abusos sexuales, tres de ellos con acceso carnal. En cada caso, el modus operandi fue el mismo: primero sorprendía a las víctimas cuando estaban por subir a su auto, las amenazaba con un cuchillo, tomaba el control del coche y al final las sedaba con calmantes, las ultrajaba, les robaba las pertenencias y escapaba en el mismo vehículo. A veces, incluso, no buscaba un solo blanco sino que atacaba de a pares: durante el amedrentamiento, insistía en que iba a matar a una chica para que la otra se sometiera.

El abusador siempre captaba a las mujeres en un radio geográfico que no iba mucho más allá del macrocentro de Mar del Plata, por eso el mote que lo hizo tristemente popular. Una vez que las raptaba, se trasladaba con ellas hacia descampados oscuros donde se aseguraba que no iba a ser descubierto, y consumaba la violación en acantilados en las playas del sur o el estacionamiento de Punta Mogotes.

La fuerte repercusión de los casos en Mar del Plata y el rápido avance de las investigaciones permitió establecer que unos días antes, el 21 de febrero del 2014, el hombre también había violado a otra joven en Capital Federal, bajo la misma modalidad. Este abuso se materializó en un hotel alojamiento que se encontraba, casualmente, a pocos metros de la casa paterna que había fijado como domicilio en el marco de la libertad asistida.

El “kit” del violador 

A Valente lo atraparon en la noche del 21 de abril mientras caminaba, impune, por Entre Ríos y Colón. Agentes del servicio de calle de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) advirtieron algunas similitudes con el identikit que se había confeccionado en base al relato de las víctimas y decidieron seguirlo. Cuando se acercaron, el violador empezó a correr y en menos de 300 metros, en la esquina de Corrientes y Brown, fue interceptado y detenido. A los policías les dijo que se llamaba “Claudio Gómez” y les entregó un DNI falso.

En el momento de la detención, el depravado tenía un blister de pastillas de Clonazepam, droga que suministraba antes de las violaciones, el llavero de un auto Volkswagen y un encendedor que pertenecía a una de las chicas abusadas. Después se allanó el hostel de calle Tucumán al 2400 donde se alojaba, y en su habitación se encontró viagra, cremas, geles y unos anteojos negros que le obligaba a usar a las víctimas. Cada uno de estos elementos resultó clave ya que, en el juicio, engrosó la evidencia que incriminó a Valente, junto a los estudios de ADN y los testimonios de las jóvenes.

Más errores

El camino al juicio tampoco fue nada fácil. Hubo numerosos idas y vueltas que postergaron y hasta llegaron a poner en peligro la realización del debate oral y público. En octubre del 2015, el Tribunal N°12 de Capital Federal sostuvo en un fallo de una sola carilla que Claudio Valente “no reunía condiciones psíquicas para estar en juicio”, a pesar de que las primeras pericias psicológicas y psiquiátricas realizadas en Mar del Plata concluyeron todo lo contrario, de modo que se tuvo que convocar en 2016 a una Junta Médica en La Plata que respaldó el dictamen de los profesionales locales.

En octubre del 2017, la fiscal María Isabel Sánchez – antes de que fuera apartada para siempre de la ya disuelta Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°8 a través de una “licencia psiquiátrica” – acordó con la defensa oficial del violador un juicio abreviado que incluía una condena a treinta y cinco años de cárcel. Pero había un detalle que olvidó la funcionaria judicial: en el marco de este instituto procesal, las penas fijadas no pueden ser superiores a los quince años de prisión. El juez Aldo Carnevale, entonces, no encontró más remedio que dejar anulada esta resolución del Ministerio Público.

Condena ejemplar

Así, Valente llegó a debate en diciembre del 2017, imputado por los delitos de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el uso de arma y reiterado en dos oportunidades, en concurso ideal con privación ilegítima de la libertad agravada por violencia y en concurso real con robo calificado por el uso de arma”. Si se suman las penas máximas aplicables a los delitos atribuidos, la condena que le correspondía al violador era, en verdad, a 199 años de prisión.

Finalmente, el martes 27 el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Mar del Plata dio a conocer la sentencia a cincuenta años de prisión contra el violador. El fallo lo declaró reincidente y fue unánime en cuanto a la culpabilidad pero hubo disidencias a la hora de estipular el tiempo en que el depravado debía pasar privado de su libertad. Facundo Gómez Urso y Aldo Carnevale coincidieron en aplicar una pena a cincuenta años mientras que Juan Galarreta entendía que el monto no podía superar los veinticinco.

"Considerando que, matemáticamente, a Valente le corresponderían 199 años de prisión, entiendo aplicable, de acuerdo con las agravantes valoradas, la pena de cincuenta años, que es el tope máximo previsto por el artículo 55 del Código Penal", dijo, en el debate, Gómez Urso, al apoyarse en las llamadas "Leyes Blumberg", una reforma introducida en el Código Penal en 2004 tras el secuestro y asesinato de Axel Blumberg.

El 10 de septiembre de aquel año, en medio de la conmoción social que causó el crimen del hijo del reconocido ingeniero Juan Carlos Blumberg, se promulgó la ley 25.928 que modificó el artículo 55 del Código. Esa modificación establece que "cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con una misma especie de pena, la pena aplicable al reo tendrá como mínimo, el mínimo mayor y como máximo, la suma aritmética de las penas máximas correspondientes a los diversos hechos” y se aclara que “esta suma no podrá exceder de cincuenta años de reclusión o prisión".

Lo cierto es que la condena impuesta por los jueces marplatenses es la más alta que se aplicó en el país contra un violador. Hubo fallos previos del mismo tenor pero no abundan los antecedentes. En 2014, por ejemplo, los camaristas Juan Carlos Germignani, Gustavo Hornos y Mariano Borinsky le dieron cincuenta años de cárcel a un hombre que cometió 28 violaciones. 

En 2011, el Tribunal Oral en lo Criminal N°16 de Capital Federal, integrado por María Cristina Bértola, Fernando Larraín y Liliana Barrionuevo, también condenó a Fabricio Alberto Álvarez Albarracín en un juicio oral a cincuenta años de cárcel por los ataques denunciados en 2009 por ocho mujeres que no solo fueron violadas sino víctimas de robo con armas, amenazas y privación ilegal de la libertad. El fallo fue ratificado en 2017 por los camaristas Carlos Alberto Mahiques, Mario Magariños y Pablo Jantus.