¿Dónde está Fernando Lario?: la pregunta que nadie puede responder a 10 años de su desaparición

Cualquier especulación sobre el destino del arquitecto y docente de la Unmdp conserva, aún hoy, la fuerza de lo posible. No hay un solo indicio para descartar el suicidio, el asesinato o la desaparición voluntaria, ni tampoco para considerar alguna más fuerte y dar rumbo cierto a la causa.

7 de Julio de 2022 11:52

¿Se suicidó? ¿Lo mataron? ¿Escapó en busca de una segunda vida? En diez años, sobre Fernando Javier Lario y su repentina desaparición, se dijo de todo. Y lo curioso es que cualquier especulación sobre el destino del arquitecto conserva, aún hoy, la fuerza de lo posible. La causa suma quince cuerpos, cuatro fiscales en su haber, pero no hay un solo indicio para descartar ninguna hipótesis, ni tampoco para considerar alguna más fuerte y dar rumbo cierto a la investigación.

La huella del tiempo hace cada vez más oscuro el enigma en torno al paradero de profesional, que tenía cuarenta y cinco años cuando un par de cámaras internas del complejo universitario “Manuel Belgrano” de Funes y Peña captaron su andar por última vez. Y para la familia, naturalmente, el cúmulo de incertidumbre alimenta vacíos de dolor y desesperanza mientras se intenta sostener el proceso de búsqueda.

“La desaparición fue terrible pero por lo menos en ese momento nosotros, la familia, los amigos, buscábamos e íbamos para cualquier lado. Había alguna esperanza de encontrarlo. Pero diez años después, imaginate… quedó todo ahí, en la nada. Es muy feo y muy triste no saber qué pasó con él”, dice Laura, una de las hermanas del docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Unmdp).

Una de las últimas imágenes de Lario, retirándose del complejo de la UNMdP.

“La vida es una mierda”

El 7 de julio del 2012 no fue un buen sábado para Lario: ese día,  el hombre se acercó a la facultad de Arquitectura para participar de unas elecciones y se encontró con una derrota. Cerca de las 14, llamó a Carmen Graciela Maldonado, su pareja, le comunicó el resultado, despidió a algunos compañeros y abandonó la casa de altos estudios a pie, con dirección a la calle Peña. Y desde aquel instante, el profesional – físicamente, al menos – se borró para siempre.

Lo que hay después – exactamente, a las 14.39 del mismo sábado – es un mensaje de texto que recibe el celular de Carmen del celular de Fernando. El mensaje, breve y contundente, dice así: “Los libros son todos para vos. Los discos son para Fidel (NdR: único hijo de Lario), encargate de que así sea, por favor. Te quiero mucho, perdón por todo. La vida es una mierda”.

El tono de despedida alimentó la hipótesis del suicidio, algo que se reforzó en un primer momento con el hallazgo que tuvo lugar a las pocas horas, cerca de las 16, en Los Acantilados. Al costado de un árbol, en el kilómetro 536 de la ruta 11, una familia de la zona localizó la campera de corderoy del arquitecto y su morral de cuero, con papeles y diferentes tarjetas y otros elementos personales – el teléfono celular jamás apareció – dentro de una billetera.

Así estaba vestido Lario, el sábado de su desaparición.

A Lario, entonces, se lo buscó en el mar. La búsqueda comenzó tarde, a los tres días de la desaparición: si bien el hallazgo fue el mismo sábado, la familia que encontró las pertenencias recién el lunes las asoció con el profesional, al tomar conocimiento de la búsqueda desesperada por la noticia que repetían los medios de comunicación. Todos los rastrillajes posteriores coincidieron en un resultado: negativo.

Y la familia de Lario, hasta no contar con la prueba irrefutable del cuerpo, no está dispuesta a aceptar el suicidio como posibilidad. “Hace rato que me quieren hacer creer que él se suicidó pero primero traiganme el cuerpo y ahí charlamos. Si mi hermano se tiró de un acantilado es porque tenía a alguien atrás apuntándole”, sostiene Laura, en la entrevista que le concede a 0223 al cumplirse el décimo aniversario de la desaparición.

Para refutar la idea, la hermana también se ampara en otra pregunta que no supo responder la instrucción judicial: ¿cómo habría hecho Fernando Lario para recorrer casi veinte kilómetros sin medios propios de transporte y en poco más de media hora? El docente y arquitecto tenía la moto parada hace un mes en el taller mecánico, la tarjeta de colectivo no acusaba actividad y ningún testigo dijo haberlo trasladado.

Hace diez años que la familia de Lario mantiene una búsqueda incansable.

“No dan los tiempos de llegada hasta Los Acantilados. Yo hice el mismo recorrido setenta y cinco mil veces en auto, más lento, más rápido, en colectivo, de todas formas, y no dan los tiempos. Es muy raro que las cosas de él hayan aparecido ahí. Para mí, si aparecieron en esa zona es porque lo levantaron o algo, no sé… yo me hago cinco mil preguntas en la cabeza desde hace diez años”, plantea la mujer.

La última esperanza

Por lo pronto, la causa que intenta esclarecer la desaparición respalda, desde hace cinco años, el planteo de la familia de Fernando Lario. En 2017, la carátula abandonó el estadio preliminar de “averiguación de paradero” y se modificó por el delito de “homicidio en ocasión de robo”. Y lo que todavía se investiga, aunque no hayan surgido más pruebas o testigos que justifiquen el norte de la instrucción, es eso: un presunto asalto “instigado” contra el arquitecto que terminó de la peor manera.

El giro en el expediente se forzó, en gran parte, por impulso del abogado Julio Razona. Desde que asumió la representación legal de los intereses del particular damnificado en 2015, Razona abonó la idea de un asesinato y sembró graves sospechas en torno a Carmen, la pareja, y otras personas del entorno del arquitecto. El letrado justificaba sus acusaciones por las "contradicciones mendaces" que le atribuía a la mujer: en el primer contacto con la policía por la búsqueda, ella describió a Fernando sin tatuajes y con otra vestimenta, cuando en realidad tenía trece tatuajes en su cuerpo.

Lo cierto es que una vez que la Procuraduría General bonaerense puso a disposición investigadores particulares, el abogado logró tomar contacto con un interno de la cárcel de Batán que sostenía que Lario fue interceptado por tres delincuentes que le robaron, que lo golpearon hasta matarlo y que luego lo prendieron fuego en un auto por la zona sur. La instrucción, que hasta el 2017 sobrevivía en Tribunales sin novedades, abrazó la versión como si tuviera la fuerza de una hipótesis y agotó esfuerzos de esclarecimiento en esa línea.

El increíble operativo en el pozo molinero de Valle Hermoso no arrojó ningún indicio a la investigación. Foto: 0223.

El preso en cuestión había compartido el relato después de haber escuchado, supuestamente, una “charla” de personas de un centro de rehabilitación que habían confesado la autoría del crimen. Al momento de someterse a indagatoria, sin embargo, este testigo de identidad reservada fue imputado por la fiscalía, por lo que alteró la historia y apuntó contra un albañil que habría tenido una discusión previa con Lario. El obrero, al final, nunca fue citado y la investigación no prosperó.

En 2019, la familia del docente de la UNMdP se aferró a una última esperanza tras la aparición de un hombre de 72 años que dijo que el cadáver se encontraba dentro de un pozo molinero, en la zona de Valle Hermoso. Y como este segundo testigo era un supuesto conocido de una de las personas señaladas por el primer testigo, la hipótesis del homicidio ahora sí parecía cerrar por todos lados. La fiscalía, entonces, buscó durante días en cada rincón del pozo, con un despliegue de recursos pocas veces visto, pero los resultados fueron, otra vez, totalmente infructuosos.

Así, sin ningún otro elemento a la vista, lo que evidencia la investigación, hasta la fecha, es que el presunto homicidio de Lario no es más que un doloroso rumor no certificado, al igual que los comentarios que sobrevolaron remotamente en los primeros momentos de la desaparición, cuando se llegó a ubicar al arquitecto en otras provincias o hasta lejos del país, en el marco de un viaje que presuntamente había resuelto para escapar de problemas económicos.

El complejo de Funes y Peña conserva un mural en homenaje a la memoria de Lario. Foto: 0223.

Por eso, el reproche que hoy hace la familia del desaparecido tiene que ver con la falta de castigo para con los testigos que declararon mentiras. “A mí lo que me jode es todo lo que se dijo y toda la movida que se hizo para nada. No entiendo cómo a los que hablaron en su momento ni siquiera los retuvieron después por dar falso testimonio. Es todo así acá: lamentable”, critica Laura Lario.

Entre errores y “estupideces”

No es el único reproche vigente. La hermana también conserva fuertes cuestionamientos para con María Isabel Sánchez, la fiscal que intervino en la investigación durante los primeros tres años. “Yo creo que desde el principio no se trabajó bien. Porque a Fernando lo tildaron de estafador, de mujeriego y hasta de falopero. A él le pusieron muchos títulos menos de lo que era: profe y arquitecto”, recuerda la mujer.

El cruce con la funcionaria judicial llegó al punto de rozar aspectos personales. “Sánchez me dijo que mi hermano era un mitómano, que era un mujeriego y mentiroso y que seguramente se había ido con otra mina. Y me decía que lo podía asegurar con conocimiento de causa porque ella había pasado lo mismo con un marido. Y gracias a cada una de las estupideces que hizo esta señora, todos empezaron a decir que el gordo se fue de joda”, lamenta Laura.

“No sabés lo que me gustaría que mi hermano estuviera en Brasil o en Japón para ir a buscarlo y traerlo a patadas desde donde esté. Pero, lamentablemente, hoy no siento lo mismo. Yo siento que a mí hermano le pasó algo pero no sé qué”, insiste la hermana del profesor universitario, que agrega: “Es impresentable lo que sucede en este país con la Justicia”.

La labor de María Isabel Sánchez es duramente criticada por la familia de Lario. Foto: 0223.

La fiscal Sánchez se retiró definitivamente de la causa en 2015. Se fue sin lograr avances relevantes en la pesquisa, y denunciando a Laura Lario por presuntas amenazas a través de las redes sociales. En 2017, Sánchez terminó apartada para siempre de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº8 tras una "carpeta psiquiátrica" que se le concedió por su cuestionada actuación en el emblemático caso de la muerte de Lucía Pérez, ocurrida en octubre del 2016 en el sur de la ciudad.

Los otros representantes del Ministerio Público que tomaron contacto con el expediente de Lario fueron Fernando Berlingeri, Fernando Castro y, desde 2019, Andrea Gómez. "Se han hecho varias cosas, también se les ha escapado un poco la tortuga en otras, pero lamentablemente nada de todo lo que se hizo en estos años llegó a ningún lado", dice la hermana del arquitecto.

Una familia que sangra

Así como la familia mantiene activa la memoria por Lario, el Ministerio de Seguridad mantiene una recompensa de medio millón de pesos para quien aporte datos, bajo estricta reserva de confidencialidad, que permitan esclarecer la desaparición. “Si alguien sabe y vio algo en ese momento que por favor lo diga. Y que por favor sea verdadero. No sigamos con el teatro y las payasadas. No tenemos más ganas de eso. Sufrimos mucho, y nosotros seguimos sangrando. Toda la familia tiene un dolor muy grande”, explica Laura.

La recompensa que mantiene vigente el Ministerio de Seguridad sobre el caso Lario.

Las personas que deseen aportar la información requerida sobre el enigmático caso deberán presentarse ante los Fiscales Generales de Cámara de los distintos Departamentos Judiciales de la Provincia, la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio N°4, ubicada en el palacio tribunalicio de Brown y Tucumán. El monto de la recompensa, según aclaran en el Gobierno, solo se distribuye entre quienes se presenten a suministrar los datos ante las autoridades señaladas.

“Yo lo que sí sé es que mi hermano no desapareció de la faz de la tierra porque vino un ovni y se lo llevó. Espero que mi hermano esté en paz, esté donde esté, arriba o abajo, donde sea…”, expresa la hermana del arquitecto marplatense, y concluye: “Ojalá que algún día pueda saber, por lo menos, qué fue lo que pasó. Nadie se tiene que olvidar de Fernando”.