La comunidad del Don Bosco reclama medidas y sanciones: "Garanticen la seguridad de nuestros hijos"

Padres y madres del establecimiento expresaron su "enorme preocupación por los graves acontecimientos" que se suscitaron en la escuela, en alusión a la explosión de una bomba casera que dejó sorda a una alumna. "¿Cómo nos aseguramos que al colegio no se ingresa con elementos peligrosos?", plantearon.

Azul Zabaleta quedó sorda y no podrá volver a jugar al rugby.

18 de Agosto de 2022 15:54

Por Redacción 0223

PARA 0223

Integrantes de la comunidad educativa del Colegio Don Bosco de Mar del Plata reclamaron a los directivos de la institución que implementen medidas de seguridad para resguardar a los alumnos y que se impongan castigos para los responsables del ataque que sufrió a principios de julio Azul Zabaleta, la alumna de 15 años que se quedó sorda luego de que le explotara una bomba de fabricación casera.

A través de la plataforma Change.org, padres y madres del establecimiento educativo ubicado en Don Bosco al 1800 se hicieron eco de la publicación de 0223 y elaboraron una carta en solidaridad con la adolescente que resultó víctima de la explosión y también para canalizar una serie de reclamos a los directivos del establecimiento.

Después de resaltar de que la educación de los alumnos "empieza por casa" y es "una tarea conjunta" de las familias y la institución a la que le confían a diario su formación académica, religiosa y personal; padres y madres solicitaron especificaciones sobre el caso puntual en el que una alumna perdió la audición como así también "de todos los acontecimientos que giran en torno a nuestros hijios".

"Vemos con enorme preocupación los graves acontecimientos que se dieron en el ámbito de la escuela. Si bien hemos recibido correos electrónicos por parte de la escuela, los mismos resultan genéricos y sin detalles de la problemática en sí", indicaron.

"Entendemos que aquí se ventilan cuestiones delicadas, que quizás puedan tener derivaciones en la Justicia penal, pero, no obstante, ello y resguardando la privacidad de las personas involucradas en los acontecimientos, es que como padres precisamos saber qué medidas tomará la escuela para garantizar la seguridad de nuestros hijos", instaron.

A su vez, los integrantes de la comunidad educativa del Don Bosco exigieron conocer los mecanimos de seguridad adoptados por la institución para evitar que los alumnos y/o cualquier que ingrese resulte dañada. "¿Cómo nos aseguramos que al colegio no se ingresa con elementos peligrosos que atenten contra la integridad de nuestros hijos?", puntualizaron.

En base a estos planteos, los padres y madres de los alumnos que impulsan la misiva pidieron implícitamente castigos para los autores materiales del  hecho que le quitó la audición a la adolescente de 15 años al reclamar "conocimiento sobre las sanciones que deberán ser impuestas a los responsables a fin de evitar nuevos acontecimientos que atenten contra la salud de los alumnos". "Son muy importantes las charlas reflexivas que el colegio promociona, pero, dada la envergadura de los hechos, ¿las personas responsables, seguirán asistiendo a escuela?, en caso positivo, ¿bajo qué condiciones?", repararon.

Para concluir, ratificaron el pedido a los directivos del Don Bosco de informar abiertamente a todas las familias los pasos a seguir como así tambien "garantizar la integridad física y moral" de los estudiantes.

El caso

Azul Zabaleta, alumna de cuarto año del secundario del Instituto Don Bosco, salió al último recreo del viernes 8 de julio a las 12 del mediodía, con la felicidad de saber que llegaba el fin de semana. Hasta que al pasar al lado de un cesto de basura, un explosivo de fabricación casera estalló y la desvaneció ante la mirada incrédula de compañeros, profesores y autoridades.

Luego de un mes de diversos tratamientos, se confirmó el pasado viernes que la adolescente sufrió la pérdida del 96.4 % de su audición y que deberá someterse a una operación para colocarle unos implantes coclares, cuyo valor va desde los 40 mil a 60 mil dólares. Además, no podrá practicar nunca más deportes de contacto: deberá abandonar el rugby y el karate, disciplinas que formaban parte de su rutina diaria.