"Tita" Merello, la actriz de la Nación que terminó su carrera en Mar del Plata

La protagonista de “Arrabalera” realizó sus últimas presentaciones en el Teatro Odeón en la temporada 1984 con las obras “Para alquilar balcones” y “Los lunes con Tita Merello”. Fuera del escenario repartía su tiempo entre visitas a la Gruta de Lourdes y mediodías con la familia Carreras.

8 de Octubre de 2023 14:26

“Digo malas palabras porque quiero estar moderna. Cuando era joven, para que me sacaran una nota en una tapa había que tener trayectoria. Ahora tenés que tener buen culo… Desde mañana canto en bolas”, decía Laura Ana “Tita” Merello y desataba las risas del público que asistía a una de las últimas funciones que “La actriz de la Nación” daba en Mar del Plata poniendo fin a una carrera llena de obras memorables que le valieron el reconocimiento de generaciones de argentinos.

“La Merello”, la mujer que supo hacerse un lugar en un ambiente ampliamente masculino, realizó sus últimas presentaciones públicas en la ciudad bajo la dirección del histórico Enrique Carreras con la fuerza y el encanto que la caracterizaban. En el documental “Merello x Carreras”, Victoria Carreras rescata una de las últimas actuaciones del ícono de los arrabales porteños y muestra la intimidad de la mujer en sus últimos años y el momento en el que decide internarse en la Fundación Favaloro para pasar allí lo que le restaba de vida.

“Llegaba al teatro con una canasta llena de comida”, recuerdan los músicos que la acompañaron aquella temporada tras revelar que, la mujer combativa y fuerte que se llevaba el mundo por delante. "Cuando esperaba atrás del telón era una mujer frágil que se rompía en mil pedacitos y estaba agarrada al telón, pero cuando aparecía en el escenario se transformaba y era la Tita de siempre", recuerdan.

Defensora y símbolo del empoderamiento femenino, "Tita" Merello jamás perdía la oportunidad de emitir su opinión sobre la importancia del rol de la mujer y su evolución en la conquista de derechos. “Las mujeres están cada vez más arriba, más arriba. Mirá las Carreras: Mercedes, María, no se sabe quién es la madre, quién es la hija y eso es porque trabajan. Hay que trabajar”, repetía.

"Tita" Merello fue una revolucionaria para su época. Transgredía desde el lenguaje, la gestualidad, incluso fue la primera vedette multada por salir a escena sin medias de nylon, algo que en la década del '50 era considerado inmoral y, a sus 80 años agradecía ver cómo había cambiado la sociedad. “Pensar que ahora las mujeres salen totalmente desnudas en un escenario o en las playas. Los tiempos han cambiado. ¡Y cómo! Por suerte, he podido vivir para ver esas transformaciones”, decía.

El verano de 1984, "Tita" lo repartió entre ensayos y pocos compromisos laborales, visitas a la familia Carreras que la acompañó hasta sus últimos días y charlas con las religiosas a cargo del asilo de ancianos de la Gruta de Lourdes -donde residió en su ocaso el actor Paul Ellis-, lugar que definiría como “casa de trasmutación” y al que enaltecía en sus presentaciones. 

“Les ruego que no dejen de ir a la Gruta. Al lado hay un hogar de ancianos desvalidos. Yo diría que son ancianos olvidados”, decía la protagonista de “Las Barra bravas” mientras contaba que, en una de sus charlas con la madre superiora de la congregación de Pequeñas Hermanas de la Divina Providencia le había confesado cómo era la relación de los familiares de los internos con ellos y con las religiosas. “Me dijo la madre superiora: 'mire Tita cuando los traen, vienen al día siguiente a ver qué les damos de comer, después vienen a los tres días, después cada 15 y después no vienen más'”, contaba desde el escenario.

Tita Merello siempre se caracterizó por su generosidad, que se acentuó tras su retiro de los escenarios. Daba más de lo que recibía porque consideraba que “no iba a pelear para ver quién tenía más plata en el cementerio”. Ese fue uno de los motivos por el que su pequeña fortuna se redujo.

Su vida estuvo marcada por el desamor y la soledad. Tuvo una infancia corta “como la infancia de todos los pobres”, decía. De niña trabajó como boyera y aprendió a leer y escribir a los 20 años y el oficio de cantante de manera autodidacta tras ofrecerse para trabajar en un cabaret. 

Pese a conocer el éxito y estar rodeada de amigos, eligió la soledad. Aquel verano llegó a Mar del Plata junto a “Corbata”, su perro -un mestizo que definía “de pocas pulgas y solitario como su dueña”- y los domingos, además, los pasaba con la familia Carreras, a la que consideraba como propia. Fue en una sobremesa junto a su "familia chica" que, tras una sesión de tarot angelical decidió cómo finalizar sus días.

Lejos de los reflectores, se fastidiaba cuando alguien la reconocía, aunque costaba encontrar a la morocha argentina en esa mujer que paseaba acompañada por una enfermera por las calles de Belgrano, con el rostro siempre cubierto. "Tita" Merello pasó los últimos años de su vida hospedada la Fundación Favaloro donde era visitada por un reducido grupo de personas. 

Cuando en el 2000, el doctor René Favaloro decidió quitarse la vida, "Tita" tenía 96 años y para ella el médico era su "ángel protector". Meses después falleció su único hermano y entonces se encerró aún más. Se volvió más reticente y encontró refugio en el pequeño altar religioso que había montado en su habitación en el que no faltaban estampitas y rosarios. No pudo recuperarse: el 23 de diciembre de 2002 su estrella se apagó. "Hay que pasar por la vida de tal manera que, cuando nos vayamos los demás lloren y nosotros nos riamos", decía "Tita" Merello. 

La mujer que empezó a trabajar de niña, que a temprana edad conoció los arrabales, que aprendió a leer, escribir y cantar de grande de manera autodidacta. La que oficializó un solo romance en toda su vida y que fue tan pasional como ella; la primera que se animó a hablar de salud sexual en público y que decidió poner fin a su carrera artística en la ciudad de Mar del Plata sentó un precedente. Genio y figura, "Tita" Merello cumplió con su premisa.