La reapertura del "Boulevard Atlántico" y la maldición nazi que cayó sobre los grandes hoteles argentinos

La puesta en valor del edificio de Mar del Sud reaviva la historia de los criminales de guerra que escaparon al país y pasaron por emblemáticos alojamientos de Miramar, La Falda, Ansenuza y Sierra de la Ventana, que sucumbieron del esplendor a la ruina.

Unos 80 mil alemanes y austriacos llegaron al país después de la Segunda Guerra Mundial.

28 de Septiembre de 2023 09:11

La imagen de la Argentina como un paraíso donde muchos nazis encontraron refugio tras la Segunda Guerra Mundial se construyó sobre una realidad que fue exagerada por algunos, mitificada por otros e impregnada por diferentes tintes políticos a lo largo de las décadas.

Las referencias al tema son muchas y traspasaron largamente los límites del país. Sin ir más lejos, a fines de mayo pasado, Joe Rogan, conductor del podcast más escuchado de los Estados Unidos, denunció que los argentinos son descendientes de los nazis que escaparon y aseguró que aquí "se habla alemán y en las casas hay cuadros de soldados de las SS".

Apenas unos meses antes, el 19 de febrero pasado, la cadena norteamericana Visnews titulaba una "primicia" que dio vuelta al mundo: "Aseguran que Hitler murió en Argentina hace cuatro meses". A continuación, el medio detallaba que Max Gregorcic, un empresario mendocino, ofrecía a la venta por 500 millones de dólares supuestas pruebas de que el genocida nazi falleció al norte del país y que su mujer, Eva Braun, aún vive en esa zona, con los hijos adoptivos del matrimonio.

Multitudinario acto del Partido Nazi en el Luna Park.

También hay un célebre "blooper" al respecto en la película de Hollywood "X-Men: Primera generación". Magneto -interpretado por Michael Fassbender- está buscando a Sebastian Shaw -en la piel de Kevin Bacon-, el villano de la película, un nazi que lo torturó en su infancia y mató a su madre. El personaje averigua que se esconde en Villa Gesell, un remoto pueblo argentino y allá se dirige para asesinarlo. Pero en lugar de haber playa, en la pantalla se ven pinos, montañas y nieve, en una típica postal patagónica. 

Más acá, desde Bariloche hasta Misiones, cruzando por las provincias de Córdoba y de Buenos Aires, los rastros del paso de los fugitivos alemanes por diferentes pueblos y ciudades se susurran entre los pobladores, sin fundamentos en muchos casos y con respaldos documentados en algunos otros. 

La Ettapendienst a pleno, 1937. Foto publicada en el libro "La ruta del dinero de los nazis argentinos" de Pedro A. Filipuzzi.

Un número considerable de esas historias tiene un telón de fondo común, sin explicación aparente: grandes hoteles de lujo que albergaron a los nazis recién llegados al hemisferio sur en la cúspide de su esplendor y se desplomaron estrepitosamente poco después, hasta quedar sumidos en un desolador abandono, que algunos interpretar como una maldición o un castigo divino.

La puesta en valor del emblemático "Boulevard Atlántico" de Mar del Sud -que fue reinaugurado parcialmente el pasado 23 de septiembre- reaviva la conexión entre ese hotel y los nazis de la Argentina, tal y como sucedió con sus pares de La Falda, Sierra de la Ventana, Miramar y Ansenuza. Todos ellos quedaron marcados para siempre por la mancha indeleble que dejaron a su paso los perpetradores de uno de los genocidios más cruentos de la historia de la Humanidad. 

Nazis en la Argentina: una realidad mitificada

Según la tesis que elaboró Raanan Rein, profesor de Historia española y latinoamericana en la Universidad de Tel Aviv, el exilio de los jerarcas de Adolf Hitler al país fue "inflado" como parte de una campaña de desprestigio lanzada en 1946 por los Estados Unidos contra el entonces presidente argentino, Juan Domingo Perón.

El historiador se presentó el año pasado en un simposio internacional sobre el Holocausto y aseguró que "la idea era manchar la imagen de Perón, describirlo como un colaboracionista con el nazismo y así asegurar la victoria electoral de la oposición democrática". "Entraron más nazis en los Estados Unidos y la Unión Soviética que en Argentina", subrayó.

Adolf Eichmann fue secuestrado en su casa de San Fernando por una operación secreta del Mossad.

Por otro lado, el investigador añadió que el gobierno de Perón estaba "muy interesado" en reclutar a técnicos y científicos alemanes para que contribuyeran al desarrollo de la industria civil y militar de Argentina. Pese a ese interés, Rein sostuvo que "no existía un plan gubernamental bien elaborado para reclutar a nazis". 

Aunque el gobierno argentino se mantuvo neutral durante la contienda armada, se calcula que unos 80 mil alemanes y austriacos llegaron al país tras finalizar la guerra y que 19 mil decidieron quedarse definitivamente a vivir en la Argentina. Entre ellos, se cree que sólo unos 50 o 60 eran criminales de guerra. 

Uno de los casos documentados más emblemáticos es el de Adolf Eichmann, uno de los principales responsables del Holocausto e ideólogo de la deportación masiva a los campos de concentración del régimen de Adolf Hitler donde fueron asesinadas millones de personas. 

Erich Priebke vivió en Bariloche y fue extraditado a Italia.

Fue secuestrado en 1960 por agentes israelíes del Mossad en la denominada "Operación Final", que se llevó a cabo de forma clandestina en el partido bonaerense de San Fernando, donde vivía junto a su familia bajo el nombre de Ricardo Klement. Fue juzgado y ejecutado en Israel. 

Otro de los nombres más resonantes fue el de Erich Priebke. El ex capitán de la SS y autor de crímenes de guerra en Italia durante la "Matanza de las Fosas Ardeatinas" llegó al país en 1946 con ayuda de Odessa, la organización clandestina de ex combatientes alemanes. 

Tras permanecer cinco años en Buenos Aires con su esposa, en 1951 se trasladó a la ciudad de Bariloche, donde se refugió hasta ser descubierto en 1994. Fue extraditado a Italia y condenado a cadena perpetua.

"Boulevard Atlántico", punto de encuentro de espías y colaboracionistas

El majestuoso Hotel Boulevard Atlántico fue inaugurado en 1890 a escasos cien metros de la playa, en Mar del Sud, a 17 kilómetros de Miramar. El edificio de estilo neoclásico contaba con 4.500 metros cuadrados cubiertos, 76 habitaciones, patios en galería, balcones individuales para cada habitación, grandes salones comedor e instalaciones deportivas.

Fue ideado y solventado por el ambicioso banquero húngaro Carlos Mauricio Schweitzer, quien pretendía quitarle el título de "la Biarritz argentina" a Mar del Plata. 

Desde su nacimiento, el hotel estuvo signado por la fatalidad: apenas dos años después de su puesta en marcha, el banco de Schweitzer quebró y, abrumado por las deudas, se suicidó. Luego, el lugar sería testigo de un asesinato, muertes de judíos adultos y niños, fenómenos climáticos atípicos, usurpaciones, incendios, bandas criminales, remates, batallas judiciales y, como no podía ser de otro modo, un desembarco nazi. 

Vista aérea de la renovada fachada del hotel “Boulevard Atlántico” de Mar del Sud.

El documentalista Laureano Clavero, quien investigó a fondo la conexión nazi del hotel a lo largo de una década y obtuvo testimonios de lugareños, le contó al periodista Leandro Vesco que en 1943, cuando la red de espionaje alemán en Buenos Aires estaba activa y en movimiento, el mayor general Friedrich Wolf le solicitó al agente Wilhelm Seidlitz hallar un lugar solitario en la costa para desembarcar espías y material de contrabando.

A su vez, Seidlitz se puso en contacto con el empresario Karl Gustav Eickenberg, quien había hecho fortuna en las minas de estaño en Bolivia y compró tierras en Mar del Sud, cerca de la línea de la costa, a las que llamó "El Porvenir". "El contacto estaba hecho. Alemania ya tenía un lugar donde desembarcar”, agregó Clavero.

“Pocos meses después de terminar la Segunda Guerra Mundial, Mar del Sud cobró interés para El Eje. Los avistamientos de submarinos alemanes fueron masivos", sostuvo el documentalista y añadió: "El hotel Boulevard Atlántico era punto de encuentro entre espías y colaboracionistas". 

El hotel sufrió más de 6 décadas de abandono. Foto cortesía El Argentino Digital.

Clavero recabó varios testimonios que confirman la presencia de nazis en el recientemente restaurado hotel. Justo Rodolfo Charra, que en 1945 tenía 14 años y vivía cerca de la estancia de Einckenberg, le confesó que vio cómo "desde un submarino desembarcaron personas".

Esto sucedió días antes que los U-530 y U-977 se rindieran en el puerto de Mar del Plata. Charra aseguró que los patrones de la estancia "prohibieron" a los empleados contar lo que pasaba allí y "no podían verle la cara a los alemanes hospedados".

A tan sólo 2 kilómetros de allí, en el campo "El Refugio", en 2020 fue descubierta en el sótano de la precaria casa una lápida de granito negra enterrada, que llevaba tallados los nombres de Clara Probst y su esposo, Richard Schmidt, quien fue tesorero del Partido Nazi en la Argentina (NASDAP), un cuadro de la elite dirigente que representaba en Buenos Aires al movimiento nacional fascista liderado por Adolf Hitler en Alemania.

En el libro de investigación periodística "En el lejano Sudeste. Mar del Sud, gauchos judíos y nazis en fuga” (Del Empedrado, 2021), Facundo Di Génova también relata las historias de Eickenberg, Probst y Schmidt y menciona una casa de la zona que sirvió como estación de comunicaciones con Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. 

El mítico hotel supo ser el centro neurálgico de la localidad, que antes de llamarse Mar del Sud fue bautizada con el mismo nombre del alojamiento. El sábado pasado, en medio de la emoción de los vecinos, reabrió sus puertas, luego de más de 20 años de espera, para mostrar los avances de esta primera etapa de su puesta en valor.

En tiempos más cercanos a la temporada estival, el lugar ofrecerá una propuesta gastronómica, que se irá ampliando a lo largo del tiempo, esperando sumar espacios para eventos y alojamiento en un futuro próximo.

El Golf Club de Miramar y sus túneles secretos hacia los submarinos

El Hotel Golf Club de Miramar fue construido por la empresa alemana "F.H. Schmidt", tras un encargo de los pioneros ingleses del Ferrocarril Sud, que querían un lugar donde alojarse a pocos pasos del campo de 18 hoyos de su deporte favorito. La inauguración, en 1927, fue marcada por un trágico hecho: en plena ceremonia falleció el intendente de General Alvarado, Albano Honores, abuelo del jefe comunal Marcelo Honores, que gobernó el municipio a principios del siglo XXI.

Años más tarde, se convirtió en un punto estratégico durante y al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los submarinos alemanes comenzaron a surcar los mares hacia el cono sur de América.

El grupo de obreros que levantó la pomposa edificación de estilo normando estaba comandado por un joven Ludwig Freude, quien luego sería el tesorero de la red de espionaje nazi de la SD en Argentina hasta 1945.

La ubicación del club resultó estratégica para los alemanes. Foto gentileza WeGolf.

Justamente en ese año, el edificio pasó a manos de "La Fraternidad Ferroviaria" y se convirtió en una "baliza" para la Marina de Guerra nazi, junto con el faro de Punta Mogotes, en Mar del Plata.

Según detalló el periodista Marcelo García, cuando los alemanes llegaban a la costa, lo transportado era ingresado a un túnel de 42 metros de largo que fue cavado en la piedra del acantilado y que se conserva hasta nuestros días. El pasadizo secreto atraviesa bajo tierra la actual ruta 11 hasta una antecámara muy espaciosa ubicada en los subsuelos del hotel.

Entrada al túnel que une los acantilados con el Hotel Golf Club de Miramar. Foto cortesía Canal 26.

Por las noches, allí se guardaba todo lo descargado de los submarinos o buques alemanes que navegaban las aguas entre MiramarMar del Sud y Necochea, donde se ubicaba la estancia "Moromar", de propietarios alemanes, que contaba con una doble pista de aterrizaje preparada para aviones de gran porte, como los Junkers alemanes

De acuerdo al testimonio que el investigador de temática nazi Pedro Alberto Filipuzzi le brindó al periodista, se supo que la cantina del hotel, llamada "Rauchen Verbotten", era un lugar de reunión habitual para los agentes encubiertos de la Ettapendienst, que se entrenaban allí, bajo la fachada de la práctica profesional del golf. Además, Filipuzzi aseguró que en las instalaciones del club se encontró una máquina "Enigma", utilizada por los alemanes para redactar mensajes cifrados.

Tras años de deterioro, el histórico sitio fue comprado por una empresa que restauró las instalaciones y, desde 2002, la cancha de estilo escocés en la que supo entrenar el mismísimo Roberto De Vicenzo convive con un apart hotel que rescató del olvido y el abandono a los edificios que los fundadores británicos levantaron a 150 metros de la orilla del mar. 

Los amigos de Hitler que idearon un "Edén" para aristócratas y príncipes

El Hotel Edén fue construido a fines del siglo XIX en La Falda, a 75 kilómetros de la capital de Córdoba, en medio del Valle de Punilla. Durante su época dorada fue el enclave exclusivo en el que descasaba la aristocracia argentina. Allí pasaron sus días los presidentes de la Nación Julio Roca, Agustín P. Justo y Roberto Ortiz y también figuras de renombre mundial como los príncipes de Gales y de Saboya, Albert Einstein y el poeta Rubén Darío.

Sin embargo, su rica historia cambió de rumbo con el comienzo del Tercer Reich y de la Segunda Guerra Mundial. Un documento desclasificado de la Oficina Federal de Investigaciones norteamericana (FBI) reveló años atrás que sus dueños, los alemanes Ida y Walter Eichhorn, fueron importantes contribuyentes económicos para el ascenso de Adolf Hitler y el advenimiento del nazismo en Alemania. 

El escrito confirmó que la familia fue "entusiasta partidaria del partido nazi", amiga de Hitler y que colocaron en una cuenta bancaria unos 30 mil marcos a disposición del ministro de la propaganda nazi, Joseph Goebbels. Incluso, fueron quienes formaron parte de los planes para la planificación de una huída desesperada en las horas previas a su caída en Berlín.

El Hotel Edén fue fundado inaugurado en 1897. Imagen Archivo General de la Nación.

Las relaciones entre Hitler y los Eichhorn había empezado con los primeros viajes a Europa de la pareja, cuando el genocida aún era un cabo. Ida y Walter organizaban colectas en Argentina, recaudaban fondos y enviaban el dinero al Partido Nacionalsocialista en Alemania. Además, se supo que por las noches en el hotel funcionaba una radio que pasaba mensajes cifrados a Berlín. 

Con el fin de la Alemania nazi en 1945 la propiedad fue expropiada y convertida en una cárcel, donde fueron alojados diplomáticos japoneses y sus familias (aliados de Alemania durante la guerra), y más tarde parte de la tripulación del Graf Spee, el acorazado hundido en el Río de la Plata en 1939. 

El edificio fue recuperado y funciona como Monumento Histórico Cultural. Foto gentileza El Destape.

Se presume que los genocidas Adolf Eichmann y Josef Schwammberger pasaron por el hotel y que, para el final de la guerra, unos 1.200 alemanes llegaron a La Falda impulsados por la relación que existía entre Hitler y los Eichhorn. 

A fines de la década del 80 fue abandonado y saqueado. Luego, fue recuperado por la provincia y actualmente funciona como Monumento Histórico Cultural sujeto a visitas guiadas diurnas y nocturnas, pero también como sede de eventos sociales y privados, teatro, oficinas administrativas, entre otros usos. 

El Gran Hotel Viena y la leyenda del fantasma

La construcción del Gran Hotel Viena de Miramar, en Córdoba, comenzó en 1940 y demoró 4 años. Emplazado a orillas de la laguna de Mar Chiquita, los poderes curativos de las aguas saladas del llamado "Mar de Ansenuza" llevaron al matrimonio de inmigrantes compuesto por Máximo y Melitta Pahlke a idear un majestuoso centro de salud y descanso, que hoy se podría denominar como un hotel spa.

La familia llegó hasta allí en busca de una cura para el asma que sufría la mujer y también para tratar la psoriasis de uno de sus hijos. La laguna ya tenía fama por sus propiedades sanadoras desde aquellos tiempos y familias extranjeras, turistas locales y de todo el mundo recorrían la zona para aliviar sus males, en el marco de un maravilloso paisaje natural. 

De a poco, el albergue fue ganando fama, recibiendo visitas de personalidades poderosas y pasó a ser uno de los atractivos turísticos de Miramar. Con 84 habitaciones, una biblioteca, una sucursal bancaria y una cava de vinos excepcionales, en 1945 el Gran Hotel Viena se consolidó como un 5 estrellas y era conocido como "la perla" de Córdoba.

Las propiedades curativas de la laguna de Mar Chiquita impulsaron la creación del Gran Viena. Foto gentileza Viajero Frecuente.

Sin embargo, apenas dos años más tarde y en pleno apogeo, la familia Pahlke decidió dejar Miramar atrás, emigrar a Buenos Aires, cerrar el establecimiento y no volver a abrirlo nunca más. Sin razones aparentes para tan drástica decisión, comenzaron las especulaciones y los mitos sobre el lugar, entre los que se destacaban la presencia de un fantasma en una de las habitaciones y la estrecha relación entre el apogeo nazi y la creación del edificio, que se habría quedado sin financiamiento luego de la caída del régimen alemán.

Los herederos desmienten rotundamente el vínculo de los Pahlke con el Tercer Reich y aseguran que no hay ni un solo dato ni foto de esa conexión, como tampoco hay registro en las actas del hotel ni en otro documento histórico que respalde esa leyenda. 

Ahora, lo que quedó en pie del edificio se convirtió en un museo, en el que la habitación 106 es la gran protagonista de los recorridos, ya que muchos afirman haber presenciado en ese cuarto la aparición de una niña. Otros aseguran que el espectro es un hombre grande, que podría ser Martín Kruegger, un amigo alemán de la familia Pahlke, que se hizo cargo del establecimiento hasta su muerte. 

Club Hotel de la Ventana: de la Belle Epoque a centro de detención de nazis

Manuel Láinez, propietario de tres mil hectáreas de campo en la zona de Sierra de la Ventana, se asoció a la “Compañía Británica del Ferrocarril del Sud” para llevar a cabo un innovador emprendimiento turístico, que comenzó a construir en 1904 el arquitecto italiano Antonio Gherardi con toda la elegancia y la opulencia características de la Belle Epoque. 

El Club Hotel de la Ventana no sólo fue el primer complejo hotelero de Sudamérica, sino que tenía uno de los primeros casinos de la Argentina, que se impuso como uno de sus principales atractivos. Tras una obra faraónica, fue inaugurado el 11 de noviembre de 1911 con una fiesta a todo lujo para 1300 invitados.

Todo funcionaba según lo planeado e incluso, superando las expectativas de sus creadores. En 1914 se agregó un ramal de ferrocarril desde la estación de Sierra de la Ventana, para facilitar el acceso a la zona, y el 9 de julio de 1916 el hotel recibió a la Infanta Isabel de Borbón, al Príncipe Eduardo de Gales, al Presidente de Brasil, Venceslau Brás Pereira Gomes, y un gran número de políticos y personalidades de la alta sociedad argentina para celebrar el Centenario de la Independencia.

El Club Hotel de Ventana está emplazado en un entorno ideal.

Sin embargo, dos sucesos históricos marcaron su fin. Primero, la "Gran Guerra", que interrumpió la llegada del turismo europeo. Luego, la decisión del presidente Hipólito Yrigoyen de prohibir los juegos de azar en todo el país, dando por tierra con el gran atractivo que significaba el casino para los visitantes nacionales.

Finalmente, los propietarios del Club Hotel dispusieron su liquidación y el complejo se cerró el 14 de marzo de 1920. Una semana después, lo siguió el ramal ferroviario de trocha angosta.

Tras el cierre, fue comprado por el Estado argentino, abandonado a su suerte y saqueado. Pero en 1943 su destino tuvo un giro impensado y albergó a centenares de prisioneros nazis que habían sobrevivido al hundimiento del acorazado Admiral Graf Spee en la batalla que lo enfrentó a varias naves inglesas en el Río de la Plata. Aburridos por las largas horas de detención, los alemanes lo reconstruyeron parcialmente. 

En su libro "Odessa al Sur", el escrito Jorge Camarasa especula sobre la teoría de que el jefe de la Gestapo, Heinrich Muller, llegó a la Argentina en 1945 en un submarino con el objetivo de organizar la fuga de varios tripulantes del Graf Spee alojados en el viejo hotel de Sierra de la Ventana.

Los sobrevivientes del Graf Spee fueron detenidos en el hotel.

No obstante, las historias de los lugareños parecen contradecir la idea de reclusión en la que vivían los marinos. Aseguran que tenían bastante libertad de acción y hay crónicas de la época que reportan, incluso, casamientos entre algunos alemanes y mujeres de la zona.

Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, fueron liberados: muchos volvieron a su país y otros optaron por quedarse en esa tranquila localidad bonaerense. El Club Hotel quedó desierto nuevamente y, en 1983, fue destruido por un grave incendio que, se cree, fue intencional. Declarado Monumento Histórico por la Municipalidad de Tornquist en 1999, ahora pueden visitarse las ruinas con cita previa.