Un crimen que conmocionó al país y una familia que espera justicia: se cumple un año del femicidio de Claudia Repetto

Ricardo Rodríguez, su expareja, la mató a golpes, enterró su cuerpo en un descampado y estuvo prófugo durante veintiséis días. A la espera de que el femicida sea juzgado y condenado, la familia de la víctima marchará este lunes por el centro de Mar del Plata.

Claudia Repetto fue asesinada por su expareja en su propia casa y su cuerpo fue enterrado en la zona sur de Mar del Plata.

1 de Marzo de 2021 08:04

La mañana del 2 de marzo del 2020, un llamado desde el hotel Europa, en donde su mamá realizaba tareas de limpieza, alarmó a los cuatro hermanos González: Claudia Repetto (53) no se había presentado a trabajar y tampoco respondía el celular. Ante la novedad, no demoraron en acercarse hasta su casa, en un PH ubicado en pleno barrio Termas Huinco. Sin embargo, allí tampoco pudieron dar con la mujer. Unas horas más tarde, cuando asumieron que algo extraño ocurría, radicaron una denuncia por averiguación de paradero en la comisaría tercera e hicieron circular su foto en las redes sociales. 

Las cartas estaban echadas: su madre estaba muerta y enterrada en un descampado en la zona de Acantilados, en el sur de la ciudad, pero esa certeza la iban a tener recién veintiocho días más tarde. Durante todo ese tiempo, los hermanos González iban a rastrillar la ciudad entera, no sólo en busca de Claudia con vida, sino también de Ricardo Rodríguez, su vecino y expareja. Es que de él tampoco se sabía nada y pronto se convirtió en el principal sospechoso de la desaparición de Repetto.  

Tras separarse del padre de sus hijos -unos cinco años antes del crimen-, Claudia abandonó la casa que compartía la familia en el barrio Juramento para mudarse a un departamento de calle Bosch al 1500. De a poco, se pudo reorganizar: se dedicó a trabajar, empezó a participar de la agrupación folklórica “Jirones de nuestra tierra” y se concentró en disfrutar de sus trece nietos. Ello no impidió que rehiciera su vida amorosa. Ahí es donde apareció en escena Ricardo Rodríguez, un hombre de su misma edad que, poco después del inicio de la relación, se mudó a un departamento aledaño al suyo. 

Claudia y Daniel, uno de sus hijos, bailaban folklore en la agrupación "Jirones de nuestra tierra".

No obstante, luego de una breve separación y un intento fallido de reconciliación, ella le dio un cierre definitivo a la historia. Rodríguez se negaba a aceptar la decisión y la hostigó durante los últimos ocho meses de su vida, período en el que llegó a perforar una pared y pasar un cañito para poder escuchar las conversaciones telefónicas de la mujer. Claudia le había contado a sus amigas que su expareja era celosa, obsesiva y violenta, pero no quería que sus hijos estuvieran al tanto de lo que ocurría. También se había animado a comentárselo a su hermano, aunque enseguida trató de restarle importancia al asunto. “Me decía: ‘está enamorado, ya se le va a pasar, no te preocupes’. Yo lo conocí y me pareció una persona normal. Si hubiese sabido...”, se lamenta Jorge Repetto (52), en diálogo con 0223, un año más tarde. Pero no, no sabía.

Claudia había nacido en Chivilcoy y era la mayor de cuatro hermanos. Tuvo cuatro hijos: Cristian, Daniel, Lucas y Matías González. “Era hermosa, muy buena gente y muy inocente; no tenía maldad, era un ángel”, la describe su hermano Jorge. Padre de dos mujeres de 20 y 26 años, asegura que desde el femicidio de su hermana, vive con miedo. “No me puedo explicar lo que pasó, es algo que me tocó en lo profundo del alma”, dice y reconoce que está “enojado con la justicia”. “En el caso de mi hermana hubo mucha cantidad de fallas y hoy vemos que las sigue habiendo con otras mujeres que son asesinadas a pesar de que hicieron una denuncia o pidieron una perimetral. Yo le prometí a mi hermana que iba a hacer todo lo posible para que esto no le pase a otra mujer y sé que la lucha va a ser larga porque realmente hay una pandemia de femicidios”, señala.

Para los padres de Claudia, Jorge (82) y Teresa (74), nada volvió a ser igual después de semejante golpe. De hecho, a él debieron internarlo en un hogar para que reciba asistencia constante. “Hasta hace un año se tomaba dos colectivos para venir a ayudarme en mi negocio, pero después de lo de mi hermana, no lo pudimos levantar más”, dice Jorge Repetto hijo. Teresa, por su parte, vive en La Plata, bajo el cuidado sus hijas menores.

A pesar de la cuarentena, la familia de Claudia nunca dejó de buscarla.

El último día de su vida, Claudia lo pasó con amigas y tenía previsto encontrarse a la noche con Fabián, un hombre con el que hacía poco había iniciado una relación sentimental. Habían acordado que él pasaría a buscarla por su vivienda pero, a la hora indicada, ella no salió. Un rato más tarde, Fabián recibió un mensaje de Repetto en el que le decía que prefería quedarse en su casa porque estaba cansada. Las pesquisas determinaron que el texto, en realidad, fue redactado por Rodríguez que, a esa altura, ya había atacado a su expareja en el interior de su domicilio.

Cuarenta y ocho horas después de su desaparición, la policía ya manejaba la hipótesis de que la mujer podía estar muerta: el hijo mayor de Rodríguez había avisado a la policía que ese domingo su padre le había vendido una moto y, antes de perder todo tipo de rastro, le había enviado un mensaje para decirle que la tarjeta verde del vehículo estaba escondida debajo de una piedra en el acceso al balneario Arenas Blancas, en Punta Mogotes. El último texto que le envió no hizo más que abonar a las sospechas de que el final iba a ser el peor: “Borrá todos los mensajes y decile a tus hermanos que no vuelvan a casa”.

Durante las semanas siguientes se sucedieron los rastrillajes en descampados y terrenos baldíos de la zona de Punta Mogotes, Bosque Peralta Ramos, Parque Independencia y Acantilados. A diferencia de los investigadores, los hijos de Claudia siempre creyeron que podían encontrarla con vida: confiaban en que Rodríguez la había secuestrado y la tenía encerrada en algún lugar de la ciudad. Por eso, desoyendo el pedido de la policía de no intervenir en la búsqueda, se organizaron en cuadrillas de tres o cuatros personas que salían a toda hora a “peinar” distintos puntos de la ciudad por sus propios medios y se comunicaban a través de un grupo de WhatsApp. “La buscamos desde Acantilados y Miramar hasta Camet y Mar de Cobo”, recuerdan.

Ricardo Rodríguez fue atrapado por un amigo de los hijos de Claudia mientras merodeaba cerca de la casa en la que vivía la mujer.

El hallazgo del carné de la obra social de Claudia sobre un montículo de hojas en Punta Mogotes y el aporte de imágenes de cámaras de seguridad privadas en las que se lo veía a Rodríguez caminando en Colinas de Peralta Ramos permitieron reducir el mapa de la búsqueda. A mediados de marzo, con el inicio de la cuarentena estricta que prohibía la circulación para evitar la propagación del Covid-19, los operativos seguían sin arrojar resultados y la familia de Repetto empezó a denunciar falencias en la investigación

A Ricardo Rodríguez lo atrapó, la noche del 27 de marzo, Hugo, un excompañero de escuela de los hijos de Repetto que participaba de los rastrillajes paralelos. Lo vio a bordo de una bicicleta y cargando una mochila en inmediaciones de Vértiz y Rondeau, a sólo siete cuadras del PH en el que vivía Claudia. “Él no conocía a mi mamá ni a Rodríguez, pero miró bien las fotos y salió a buscarlos”, se acuerda Daniel, que en el momento en el que su amigo avisó al WhatsApp que había visto a un hombre con las características de la expareja de Claudia, se dirigía a la zona norte de Mar del Plata, detrás de un nuevo indicio que le habían hecho llegar a través de las redes sociales. “Le dijimos que tratara de retenerlo hasta que llegáramos nosotros con la policía”, cuenta. 

La captura de Rodríguez y su posterior declaración ante el fiscal Fernando Castro permitió dar con el lugar exacto en el que se encontraba enterrado el cadáver de Claudia Repetto. La revelación generó conmoción entre los allegados a la mujer: estaba en un pozo de unos sesenta centímetros de profundidad, en un descampado de Acantilados que ya habían inspeccionado las fuerzas de seguridad. Incluso, en ese lugar, uno días antes, habían encontrado una pala que -después se confirmó- pidió prestada el asesino para esconder el cuerpo

“Me puse celoso porque se iba a ver al tipo de la camioneta blanca, me agarró algo por dentro y no me acuerdo que pasó. Pero la quise revivir”, dijo el femicida en Tribunales tras confesar el crimen. Según se pudo reconstruir, Rodríguez mató a Claudia a golpes en su propia casa, envolvió el cuerpo con sábanas y bolsas y lo llevó hasta Acantilados a bordo de la moto que luego le entregó a su hijo. El asesino hizo todo el trayecto -unos diez kilómetros- sentado sobre el cadáver. La autopsia indicó que la mujer murió ahogada en su propia sangre.

Apenas unas semanas antes del crimen, Claudia se tomó la última foto con todos sus hijos.

Desde el femicidio de su mamá, Daniel González repite invariablemente la misma rutina: se levanta, mira la foto de Claudia y trata de hacerse la idea de que ya no la va a volver a ver. Aunque después las obligaciones del día lo mantienen ocupado, en algún momento, lo asalta el recuerdo de su madre, cuyo nombre lleva tatuado en el pecho, en letras cursivas. El dolor, dice, no calma; por el contrario, es cada vez más profundo. Poco antes de que se cumpliera el primer aniversario del crimen de Claudia, Daniel reconocerá que le gustaría que no llegara nunca esa fecha. “Sigo tratando de incorporar, de aceptar todo lo que pasó pero es muy difícil”, admite ante 0223

La última foto que tienen los hermanos González con su mamá se la sacaron apenas unas semanas antes del fatídico hecho. Se habían reunido después de un tiempo -dos de ellos estaban distanciados- y la llamaron para contarle la noticia e invitarla a sumarse al encuentro. “Estaba re contenta la vieja, no quería que estuviéramos peleados”, dice Daniel. 

El 23 de abril pasado, la Justicia de Garantías dictó la prisión prisión preventiva de Ricardo Rodríguez, que desde entonces está alojado en la Unidad Penal 44 de la cárcel de Batán y se negó a declarar las dos veces que fue indagado. El caso, en tanto, pasó a manos del fiscal Leandro Arévalo, que recién diez meses después, en medio de reclamos por parte de los familiares de la víctima, pidió la elevación a juicio oral de la causa por homicidio de una mujer agravado al ser cometido por un nombre mediando violencia de género. Aunque no hay una fecha precisa, la familia de Claudia, representada por la abogada Noelia Agüero, calcula que el debate podría realizarse en agosto de este año. "Creemos que el caso está cerrado porque Rodríguez confesó el crimen pero hasta que no lo veamos condenado, no vamos a estar tranquilos. De todas formas, nunca nos va a alcanzar: la vida de mi hermana no me la devuelve nadie y Rodríguez, aún encerrado en la cárcel, sigue teniendo la suya", concluye Jorge Repetto. 

Este lunes a las 18 la familia Repetto se concentrará en el monumento a San Martín, en Luro y Mitre, para recordar a Claudia a un año de su femicidio y reclamar que su responsable sea juzgado y condenado lo antes posible.