Los hijos de la cosecha: una novela histórica que dialoga con el presente
Gabriela Exilart comparte su nueva novela, Los hijos de la cosecha, en el nuevo Festival Penguin Libros. La historia de las consecuencias de un amor durante la masacre de Oberá en 1936, en medio de los reclamos de los trabajadores inmigrantes.
Gabriela Exilart ha situado muchas de sus novelas en distintas provincias de la Argentina. Otra constante en sus novelas es el rescate de hechos históricos que no han tenido la trascendencia que sus consecuencias ameritaban.
En su nueva novela, Los hijos de la cosecha, la historia transcurre en Misiones, durante lo que se conoció como la masacre de Oberá, un hecho que no se estudia en las carreras de grado (como ocurrió con Napalpí).
Luego de un fuerte trabajo de investigación y lectura de la poca bibliografía que existe sobre el tema, surgió Los hijos de la cosecha (Plaza y Janés – 2024): “A principios del siglo XX, la provincia de Misiones atrae inmigrantes de toda Europa: italianos, alemanes, rusos, polacos y ucranianos que huyen del hambre y buscan un futuro mejor. El comercio de la yerba mate está en expansión y muchos ven ahí su salvación. Pero la mezcla de culturas y los choques de intereses serán claves para la suerte de la zona y de muchos de ellos, ya que aparecen prejuicios nacionalistas, cuestiones políticas y enfrentamientos cuerpo a cuerpo. En ese contexto, Inha y Blaz se ven arrastrados por una atracción que desafía todas las normas. Su relación estará signada por mentiras descaradas, sentimientos desbordados y secretos enterrados en la espesura de la selva”.
La historia que cuenta Exilart está marcada fuertemente por el contexto histórico, así como por un principio de identidad que se fue formando con la llegada de los inmigrantes. La historia de amor que se muestra en la primera parte del libro se centra en la imposibilidad de la unión entre estratos sociales distintos, lo que no era excepcional, ya que todas las relaciones que se daban en esa sociedad estaban marcadas por esa distinción entre ricos y pobres.
En Los hijos de la cosecha, todos los nombres vinculados a los hechos son reales: los policías que intervinieron, el comisario, los periodistas, jueces, las víctimas, incluso una menor de 14 años que es quien interactúa con los protagonistas ficticios de la novela.
En todas las novelas de Exilart se encuentran tópicos que se repiten, como la inmigración, la identidad y el desarraigo, temas que preocupan a la autora. En diálogo con 0223, ella sostuvo que: “Cierto, hay temas recurrentes como inmigración, desarraigo, la adaptación. La identidad, en definitiva, y por eso el título también, Los hijos de la cosecha. Está el tema de los reclamos sociales, el tema de los vínculos, siempre estoy girando en esas cuestiones. Me parece que no hay que perder de vista todo lo que pasó y todo ese conglomerado de gente que se tuvo que asimilar y que tuvo que atravesar un montón de cuestiones que tenían que ver con la discriminación, con la barrera del lenguaje, porque mucha de la gente que vino era muy pobre y en algunos casos eran analfabetos. Pero vino otra gente también que era muy educada, que estaba instruida, pero acá se encontraron con la barrera del idioma y entonces quedaban asimilados a los analfabetos hasta que pudieran empezar a comunicarse. También está esta cuestión de la relación cultural entre los que llegaron, los que estaban y los que nacieron de ese choque de culturas que me parece muy interesante”.
Para la autora de Pasión, su novela es una historia de desencuentros. Al principio, al menos, nadie puede encontrarse con quien quiere, algo “muy similar a la vida misma”, sostiene. Pero también se muestra que todo eso puede superarse.
Esto nos lleva al juego entre los hechos del pasado y los del presente. En este caso, los reclamos de los trabajadores de aquella época, salvando las distancias, tienen aún su espacio en la actualidad. También esa continuidad pasa por la inmigración. Muchas de las actitudes y reacciones que se describen en el libro todavía tienen su continuidad ante la llegada de alguien a otro país, sobre todo durante ese período de adaptación que, en muchos casos, se padece.
Los libros de Gabriela Exilart han logrado, a lo largo del tiempo, un equilibrio en sus historias. Un equilibrio que evita que la parte histórica tape la historia de amor y que ésta no opaque los hechos reales que dan marco al texto y a la denuncia. Por otro lado, la parte histórica, la denuncia, está más presente en la intención de la autora a la hora de narrar. Como ya he dicho a la hora de otra columna sobre la autora marplatense, Los hijos de la cosecha logra mostrar lo esencial de una tragedia humana. Lo provocado en materia emocional, pero también aquello vinculado a la historia. Así como lo hizo con Napalpí o Julieta Lanteri, Exilart muestra un equilibrio entre la historia del vínculo humano y el momento histórico y sus consecuencias, aquellas que impactan sobre todos los demás.
(*) Gabriela Exilar dialogará con el periodista Federico Bruno en el ciclo Festival Penguin Libros- Mar del Plata 2025 este martes 28 de enero a las 19 en la Villa Victoria.
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