Coronavirus en Mar del Plata: de la “burbuja” a un posible segundo rebrote

31 de Diciembre de 2020 13:53

Por Redacción 0223

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El 12 de marzo pasado, al mismo tiempo que el Ministerio de Salud de la Nación confirmaba 31 casos de coronavirus en la Argentina -cuatro de ellos, autóctonos-, en Mar del Plata se registraba el primer paciente infectado. Se trataba de un hombre de 71 años que había contraído la enfermedad durante un viaje a Europa y, ante la novedad,  el Concejo Deliberante aprobó la emergencia sanitaria para que el Ejecutivo pudiera agilizar los mecanismos de prevención y contención de la infección. En tanto, el intendente Guillermo Montenegro decretaba ese mismo día la suspensión de todos los eventos masivos previstos en el Partido de General Pueyrredon para evitar la propagación del virus, medida que, en principio, iba a durar hasta el 31 de marzo. Aún quedaban por delante nueve largos meses en el que el número de fallecidos por la pandemia iba a superar el millar, mientras que la cantidad de casos pasarían los 30 mil.

Desde entonces y hasta este 12 de abril, en el ámbito de General Pueyrredon hubo 172 casos en estudio de los cuales 133 fueron desestimados y 1sólo 4 fueron confirmados. En ese período se registraron las dos primeras muertes a causa del coronavirus: un paciente de 71 años -primer infectado detectado en la ciudad- falleció el 24 de marzo, mientras que cuatro días más tarde se produjo el deceso de otro hombre de 51 años que se encontraba internado desde el 15 de marzo, tras contraer la enfermedad en un viaje que incluyó una visita a España y Egipto.

El 14 de marzo, Montenegro decidió la suspensión de clases presenciales en Mar del Plata, medida que se anticipó a la que 24 horas después iba a tomar a nivel nacional el presidente Alberto Fernández, quien además ordenó la restricción del transporte y el cierre de las fronteras. De esta manera, la circulación se redujo al mínimo: trenes y colectivos interurbanos quedaron sin efecto y el uso del transporte público de pasajeros se desplomó en un 90%. Las  historias de marplatenses varados en el exterior se replicaban y, mientras se ponía en marcha el operativo retorno, el municipio comenzaba a negociar con distintos gremios que les cedieran hoteles para hospedar a posibles infectados.

A contrarreloj, el municipio se abasteció de diferentes insumos para combatir la pandemia y, en tiempo récord, se levantó en inmediaciones del Hospital Interzonal General de Agudos (Higa) un hospital modular con capacidad para 72 camas. En tanto, en el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (Cema) quedaba inaugurado el primer Centro Covid-19.

A diferencia de los primeros días de la cuarentena, en los que las calles quedaron completamente vacías, para mediados de abril, se calcula que en General Pueyrredon ya circulaban unas 100 mil personas y Montenegro se jactaba de ser el único intendente en la historia que le pedía a los turistas que no vinieran. A su vez, en el marco de los controles para frenar la circulación, el municipio endurecía las medidas de seguridad y se disponía a cerrar los accesos de la ciudad para evitar el ingreso de foráneos. Con siete retenes ubicados en los accesos a la ciudad, Mar del Plata estaba blindada.

Durante varias semanas, los nuevos casos de coronavirus se contaban de a uno y los marplatenses tachaban los días para cumplir con el requisito impuesto por el gobernador Axel Kicillof bonaerense para poder avanzar en el sistema de fases que permitía nuevas aperturas: alcanzar 21 jornadas sin contagios. En ese contexto de "burbuja" y después de 83 días de aislamiento, Montenegro autorizó por decreto las salidas recreativas. En tanto, en los primeros días de mayo los comerciantes comenzaron a salir a la calle para reclamar por la reapertura de sus locales. Sin embargo, un brote en la Clínica del Niño y la Madre, el 8 de ese mismo mes, encendió todas las alarmas: una mucama contrajo el virus y en dos semanas se contagiaron 13 personas.

No obstante, la ciudad se mantenía en fase 4. Aún faltaban algunas semanas para que, a fines de junio, se desatara un nuevo foco de contagios en el sanatorio Houssay y el geriátrico Námaste

Los primeros casos que se registraron en el hospital dependiente del Pami y ubicado en avenida Juan B. Justo al 1700 alcanzaron a trabajadores de la salud y personal de seguridad. Pero el virus no demoró en propagarse a los pacientes internados y sus familiares, la mayoría, personas de tercera edad y con enfermedades crónicas. De esta manera, a mediados de julio, en la ciudad había más de 800 personas aisladas por la pandemia.

Pero no fue el único. Para ese entonces ya se identificaban al menos siete focos de contagios, entre ellos, los geriátricos Námaste, El Hogar de los Abuelos, Otoñal, Santa Rita, La Casona del Mar, Santiago Apóstol y la residencia municipal de Cerrito y 12 de octubre. El virus también se propagó en una pesquera de la periferia de la ciudad y en una clínica psiquiátrica de Punta Mogotes. En el puerto local, además, al menos 115 tripulantes de 33 buques tuvieron coronavirus.

En sólo cinco meses, la cifra de muertos por Covid-19 creció de forma exponencial: entre fines de marzo y agosto se reportaron 82 víctimas fatales de -en promedio- 78 años y de las cuales, el 65% residían en hogares de ancianos.

A partir de allí, el panorama epidemiológico cambió y las autoridades debieron tomar cartas en el asunto. El 24 de agosto, el intendente de Mar del Plata reconoció que había transmisión comunitaria de coronavirus en Mar del Plata y confirmó que había cerca de 6 mil personas aisladas; mientras que la secretaria de Salud del municipio, Viviana Bernabei, advirtió que los contagios ocurrían en fiestas privadas en las que no se tomaban los recaudos sanitarios correspondientes. Apenas 24 horas más tarde, se reportaban 477 nuevos casos, una cifra récord desde el inicio de la pandemia. La "burbuja", definitivamente, había dejado de existir.

Durante septiembre, el número de casos positivos diarios osciló entre los 300 y 400, y los responsables de clínicas privadas y de efectores de salud públicos alertaron que el sistema sanitario de la ciudad estaba "muy cerca de llegar al límite" de su capacidad operativa de atención a partir del sostenido crecimiento de contagios. A eso se sumaban las bajas que se producían entre trabajadores y profesionales de la salud. Según datos de la Secretaría de Salud, el 7% de los infectados prestaban servicios en hospitales y clínicas y contrajeron la enfermedad en el trabajo.

La foto epidemiológica mejoró en octubre, cuando se empezó a registrar una leve baja de casos, que promediaron los 250 por día; situación que trajo cierto alivio a las autoridades locales y provinciales, que ya empezaban a pensar en la temporada de verano, el momento más esperado por comerciantes y sectores turísticos después de un año crítico. Sin embargo, el respiro duró hasta el 13 de diciembre, día en el que la curva volvió a repuntar y provocó preocupación en el gobierno, a apenas 20 días de haberse abierto la ciudad al turismo. Frente a este panorama, desde la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional de Mar del Plata alertaron que la ciudad podría estar atravesando un "rebrote" y apelaron a la responsabilidad social para evitar la propagación de la enfermedad. Por su parte, el gobierno de la Provincia de Buenos también se mostró atento a la situación de General Pueyrredon y el propio Kicillof ratificó que, de ser necesario, se dará marcha atrás con las actividades autorizadas en el marco de la pandemia.